Dentro de las filas de la hermandad del Señor Sepultado de San Nicolás han desfilado innumerable número de quetzaltecos, cada uno con su oficio, cada uno con su trabajo. Uno de ellos, aparte de ser presidente de la Hermandad, fue jugador del Xelajú Mario Camposeco.
Juan Gildardo Reyes Pereira, conocido como el modesto Juanito Reyes, partió hace unas semanas a la eternidad, a sus 80 años.
Fue jugador emblemático del Xelajú Mario Camposeco en la década de los sesenta. Fue campeón con el club en noviembre de 1962. Goleador histórico de la institución altense. Metió siete goles olímpicos en toda su carrera.
Sus compañeros de equipo lo recuerdan como alguien tranquilo, en un grupo en donde destacaba la jovialidad del Chino Fajardo, las travesuras de Anaya o Cotí Díaz. Juan Reyes era una persona tranquila, pero un extraordinario compañero.
Además de ser futbolista, era joyero y relojero, con negocio propio de nombre La Perla. Este altense, tenía una gran devoción y amor en la vida, el Señor Sepultado de San Nicolás.
En los últimos años de su vida, fue común verle detrás del Santo Entierro los viernes santos, caminaba al lado del Señor, fuera de las filas de cucuruchos, acompañado por su familia.
Desde la salida hasta la entrada, Juan Reyes acompañaba al Señor de San Nicolás, entre lágrimas por no poder llevarlo en hombros. Solo salía en el Parque Central, por la apretazón de la gente. Pero estaba en todo el recorrido.
Para el mes de noviembre, cuando llega la velación del Señor Sepultado, durante las procesiones de aquellas tardes de fin de año, ahí iba él. De nuevo, al lado del Señor, sin apartarse.
Por ser joyero, a él se le confiaba reponer los botones de plata de los directivos cuando estos se arruinaban o se extraviaban. Con una sonrisa recibía al directivo de la hermandad y le pedía dos días máximos para reponerle el botón.
Además de ser el goleador con el Xelajú Mario Camposeco. Llegó a ser directivo de la Hermandad de San Nicolás y en el año de 1978, recibió de Don Fernando Bonifaz la presidencia de la Hermandad del Señor Sepultado de San Nicolás.
Dirigió la hermandad durante dos años, 1978 a 1980. En su periodo cabe resaltar, se concluyeron los carrioles para los pasos del vía crucis.
El fin de semana qué falleció, Xelajú le dedicó un minuto de silencio, la directiva no despidió a Juan Reyes como se debía. El domingo por la mañana, antes de ir por última vez a su parroquia de San Nicolás, se le despidió en el edificio de su hermandad.
En un sencillo y emotivo homenaje, el expresidente ingresó por última vez al edificio sede de la institución. Quedando ya solo en el recuerdo de los que lo conocieron, extrañándole.
De igual forma, en la iglesia de San Nicolás, se le despidió delante del retablo que resguarda al Cristo Sepultado. Con la marcha oficial de la institución egresó de la iglesia y partió a la eternidad.
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