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QUETZALTENANGO
Diario de Los Altos

La Catorce

La bandera no cubre a todos (1ra parte )

Recuerdo que de niños, nuestra querida madre Julia de Camas nos llevaba a mi hermana Jacqueline y a mi, todos los 14 de septiembre por la tarde con devoción al Parque Central de Quetzaltenango a  cantar con fervor patrio el Himno Nacional, Luna de Xelajú, repetir la Jura a la Bandera, y de paso, salir medio sordos por los famosos 21 cañonazos. También mi madre aprovechaba para saludar a las autoridades de aquel tiempo, que de verdad daban prestigio a nuestra ciudad y se ganaban el respeto de los vecinos y ciudadanos.

Mi papá, Leonidas Camas, cumplió sus tareas de formación cívica en casa, de lo que más recuerdo es que nos decía: «Xela fue la capital de un país llamado Estado de Los Altos, siempre hay que recordarlo y sentirse orgulloso». Hoy día sigo amando a Guatemala y Xela, y procuro servir en lo que puedo, pero hay que reconocer que la bandera no nos cubre a todos.
«La verdad verdadera», como solía decir el expresidente Vinicio Cerezo, es otra muy diferente a la historia fantasiosa que aparece en los libros de texto escolar y en la que se basan las festividades patrias del 15 de septiembre, que nos discurren sobre «emancipación política», «Soberanía», «Libertad», Centroamérica es una «es retórica falaz y adormecedora. La verdad histórica pura y dura es otra, y comienza con la invasión española de 1524, la subsiguiente conquista y el establecimiento del Estado Colonial basado en el despojo de tierras y explotación inmisericorde y casi esclava de la mano de obra indígena y de esclavos traídos de África para enriquecer a los criollos (descendientes de los conquistadores) y de los peninsulares (autoridades provenientes de España) que venían a ejercer gobierno, saquear los recursos, y de regreso a la península.
Este esquema de Estado Colonial se derivó de las ansias de enriquecimiento rápido de los invasores, quienes querían grandes cantidades de metales preciosos, y al no encontrarlos en estos lares, vieron la fuente de enriquecimiento en la agricultura y explotación de los pueblos originarios, quienes tenían sociedades bien organizadas en todos los órdenes de la actividad humana. Para dominarlos y explotarlos, los invasores trataron de destruir su forma de vida (cultura civilizatoria), los menospreciaron y degradaron para presentarlos como paganos, superticiosos, ignorantes y que no podían valerse por si mismos, y así, pretender cuidar de ellos por la cristianización, la encomienda; argumentaban que eran felices con poco para que la «raza superior» los guiara, pero era falsedad, todo fue para garantizar su explotación en la agricultura, construcción, ganadería y tareas domésticas. En este marco económico se sostuvo el Estado colonial, con la permanente molestia de los criollos, quienes se decìan los dueños del país por ser descendientes de los invasores y quienes habían construido la patria, por lo tanto, con derecho a gobernar y disfrutar de las riquezas, no los peninsulares, que iban y venían solo a gobernar, así se hizo la construcción de La Patria del Criollo, definida así por Severo Martínez Peláez, nombre también usado en sudamérica en contextos parecidos, en  tanto en México eran más conocidos como americanos los descendientes de españoles, que pelearon los 10 años de guerra de independencia.
Tanto en México como en Sudamérica las guerras de independencia fueron cruentas y largas, y quienes las pelearon aprovecharon la coyuntura de la debilitación de España por la invasión napoleónica, y las ideas libertarias de la Revolución Francesa y la Independencia de Estados Unidos. En tanto, en la Capitanía General del Reino de Guatemala (hoy Centroamérica) la situación era diferente: un territorio pequeño y pobre, sin gran importancia económica y política para España. Los criollos en Guatemala controlaban la agricultura (con el monocultivismo del añil), el comercio con España, la ganadería, la exacción de impuestos y un férreo centralismo administrativo, el abandono del pueblo mestizo-ladino, y explotación y pésimas condiciones de vida para los indigenas.
Por eso no hubo real independencia el 15  de septiembre de 1821, se hizo el acto por los criollos para desplazar a los españoles del poder, y seguir con el mismo esquema de gobierno y explotación, para el pueblo no hubo libertad, desarrollo, ni cambio de condiciones. Ya han pasado casi 200 años y el mismo estamento de explotación  continúa con los elementos de despojo de tierras y recursos, explotación de indígenas y ladinos pobres, condiciones infrahumanas de vida en salud, educación y empleo, monocultivo en grandes extensiones de tierra en diferentes períodos históricos (añil, café, algodón, banano y palma africana). Y si revisamos, siguen siendo las mismas familias de la colonia e independencia, los mismos dueños de la finca. Somos pocos los «privilegiados» en recibir algo del Estado, salud, educación, empleo y servicios, la gran mayorìa en el mismo abandono de hace 500 años.
Debemos luchar por construir una patria para que haya desarrollo para todos y cada uno, y algún día la bandera azul y blanco nos cubra a todos.
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