El 11 de marzo de 1955 ocurre una pérdida irreparable para las Ciencias Médicas, la del científico británico Alexander Fleming, quien descubrió los efectos antibióticos de la penicilina.
DLA
Fleming se desempeñó en el mundo de la medicina como un microbiólogo, su alto interés por mejorar la fabricación y los efectos de las vacunas, inyecciones y sueros lo invitaban a mantenerse alerta ante cualquier detalle que sirviera a sus objetivos.
Alexander contaba con un alto sentido de observación, cuando a este se le sumó la impresión que causó en su vida el alto número de muertos por metrallas infectadas, durante la primera guerra mundial, en la que él participaba como médico militar en los frentes de Francia, lo que inició la búsqueda de un antiséptico que redujera la agonía que causaba las heridas. Misma búsqueda lo llevó a identificar el poder antibacteriano del Penicillium notatum, hoy conocido como Penicilina.
La Penicilina es un antibiótico que revolucionó la medicina y merece que Alexander Fleming sea recordado este y otros días.