La fundación que preside junto a su mujer ya ha financiado la distribución de curas contra otras enfermedades como el ébola.
Bill Gates está dispuesto a financiar la producción universal de la vacuna creada por la Universidad de Oxford, que actualmente se ensaya con humanos. El filántropo y cofundador de la compañía Microsoft, el estadounidense Bill Gates, saltó hace algunas semanas a la palestra por un discurso que dio en 2015, en el marco de las famosas charlas TED, en el que advertía de la posibilidad de que una pandemia asolara a toda la Humanidad y pusiera en riesgo la vida tal y como la conocíamos. Un escenario que, si bien al principio resultaba difícil de imaginar, se asemeja a lo que está ocurriendo con el coronavirus.
Más allá de las teorías de la conspiración que han surgido con posterioridad, afirmando que el también segundo hombre más rico del mundo, según la revista Forbes -por detrás de Jeff Bezos, fundador y director de Amazon-, puede estar detrás de la fabricación de la enfermedad, lo cierto es que Gates y su mujer, Melinda, llevan desde principios de siglo dedicándose a proyectos sin ánimo de lucro, incluidos algunos relacionados con epidemias como la malaria, que se ceban con los países pobres.
En concreto, por medio de la Fundación Bill y Melinda Gates, ambos han financiado el desarrollo de vacunas contra patologías que, a pesar de considerarse ya superadas en la mayor parte de las naciones occidentales, suponen un verdadero escollo para la vida en lugares como el sureste asiático o África. De hecho, Bill se convirtió en la primera personalidad occidental no dedicada a la política invitada por la Unión Africana a un acto.
Por tanto, dentro de esa labor que el matrimonio inició cuando él dio a conocer su renuncia al cargo de director ejecutivo de Microsoft, la compañía que le catapultó a la fama e hizo accesibles para todo el mundo los ordenadores personales (PC), se encuentra, inevitablemente, la lucha contra la Covid-19. Es una enfermedad que han seguido de cerca desde que surgió en China, y para cuyo combate están dispuestos a colaborar.
Esta semana varios medios de comunicación, tras meses informando de cifras catastróficas de fallecimientos y contagios alrededor del globo, han puesto el foco en algunas iniciativas de vacuna que arrojan esperanza sobre la superación de este periodo de crisis. Y precisamente una de esas propuestas, liderada por la inmunóloga Sarah Gilbert, de la Universidad de Oxford, ha sido señalada por los Gates como gran salvadora.
De entre las investigaciones que se realizan para hallar un remedio contra el coronavirus, que, tal y como han avisado los principales líderes mundiales, serán la puerta de regreso a nuestra vida habitual, la encabezada por Gilbert despertó el interés de la comunidad científica internacional, dado que las autoridades británicas están tan seguras de que su vacuna superará las pruebas en humanos, que ya han comenzado a producirla en pequeñas cantidades, con el objetivo de que en el último trimestre de este año estén completados los ensayos y pueda ponerse a disposición de la humanidad.
Y ese optimismo que desprenden los inmunólogos ingleses ha llegado a Bill y Melinda. Una vez se ha conocido que Elisa Granato, de 32 años, fue escogida como primera ciudadana de origen italiano para someterse a los ensayos de la vacuna de Oxford, el filantrópico matrimonio ha anunciado que está dispuesto a financiar la producción de dicha vacuna para todo el mundo, a fin de conseguir que llegue, además, a los países con menos recursos, que en condiciones normales tendrían enormes dificultades para acceder a la misma.
En una entrevista concedida recientemente a The Times, Bill Gates destacó que “lo único que me deja sin sueño es una pandemia”, por lo que ahora debe lamentar que “mi peor pesadilla se ha hecho realidad”. Es por ello que afirma ser consciente de la importancia que posee el hecho de “erradicar enfermedades” como la polio o la malaria, ya que debido al ritmo de vida al que nos hemos acostumbrado, “la velocidad de propagación” de los virus “es mucho mayor”. Curiosamente, el pasado mes de febrero señalaba al referido medio que “si tuviéramos una enfermedad respiratoria, los números podrían ser horribles”.