Visionario, emprendedor y arriesgado. Eleázar Adolfo Molina Muñoz, con apenas 30 años, es un ejemplo de trabajo, tanto en lo literario como en su perfil académico y sus motivaciones personales o sus pasiones políticas. Quetzalteco de orgullo y corazón, Molina nos deja claras sus intenciones desde el inicio de la conversación, el temor no debe detener ninguna oportunidad al crecimiento personal. Su basta experiencia en el campo didáctico y su originalidad literaria son su carta de presentación.
Tras compartir un día de trabajo en un taller literario en compañía de este escritor (desde Puerto Barrios, Izabal), y junto a otro gran amigo en común, Henry Vargas Estrada, nos hemos detenido a conversar sobre varios temas, principalmente, literatura.
Eleázar se ha mostrado interesado en brindarme unas palabras en exclusiva, para que veamos un poco de su perfil como el inusual escritor y visionario pedagógico que es.
Rodrigo Villalobos: Eleázar, bríndanos tu opinión sobre cómo apreciás el panorama literario guatemalteco actual.
Eleázar Adolfo Molina: Dividido. Yo considero que hay diversos sectores con intereses particulares que han utilizado y se han servido de la literatura, la han politizado, por lo tanto, han provocado que la división social, política y económica se haya visto afectada en todas las ramas de la literatura. Obviamente la literatura es un reflejo de las sociedades, y Guatemala es un fiel ejemplo de ello. Tomemos también la referencia de que teníamos una Feria del Libro secuestrada por ideologías que se sirvieron para hacer propaganda entorno a un contexto que el país vivió y que son heridas que debieran sanar, sin embargo, con ello solo se está contando una versión de la historia.
Y más por detrás de todo eso, tenemos un contexto literario donde se sigue mamando del Conflicto Armado Interno y lo entendemos como principal recurso para escribir, entonces pasa que tenemos a muchos jóvenes aún escribiendo de ese conflicto sin haberlo vivido, de paso me incluyo, pero ha llegado esto a nosotros a través de lo que cuentan nuestros padres y abuelos, esto ayuda en buena medida a cicatrizar esas heridas y, en otros casos a dividir más a la población y al ambiente literario. ¿Es malo? No, no lo es, no obstante, cuando se deja el contexto literario así de dividido atado a las luchas de poder es donde ya aparecen los problemas; se silencia entonces a los escritores de visión capitalista-derechista, para darle voz solo a escritores izquierdistas. De hecho, lo hablábamos antes, por la tarde, con vos y Henry Vargas, se le da más valor a escritores como Otto René Castillo que a la obra íntegra de Virgilio Rodríguez Macal, pues queda opacada por ser de un ‘apolítico’ o ‘proderecha’. Luego hay otros ejemplos como en la FILGUA, donde ha sido más evidente que se ha enaltecido a figuras de la izquierda guatemalteca mientras se olvida a los de la derecha.
RV: Es una brecha muy interesante que parece responder a algunos intereses particulares, según parece…
EAM: Claramente es un mercado que responde a eso y muchos escritores han preferido mantenerse callados, en vez de expresarse por temor a verse como «tontos» o «salir manchados». Viene a mi mente que hay libros de historia de militares, casos como el del Coronel Óscar Platero y al otro lado el Coronel Edgar Rubio Castañeda, donde se opaca a uno, pero se engrandece la visión del otro, todo por la simplificación de ideologías manifiestas y apoyo efervescente con supuesta igualdad de expresión. Es algo que se ha dado mucho últimamente con la izquierda; se pide respeto y tolerancia, voz y voto, pero ellos son incapaces de aceptar la crítica, en una constante pugna, dividiendo así más y más al país.
RV: Tengo entendido que tu obra publicada va entre la poesía y la narrativa, tanto por Pesadillas de un espantapájaros (Tormonde, 2011; y Testigo Ediciones, 2019) como por Canto nocturno (Testigo Ediciones, 2018), desde tu perspectiva, ¿creés que este deba ser el ideal de escritor guatemalteco?
EAM: Pues, partamos de que Guatemala tiene la característica de que no tiene novelistas. En este momento, no hay novelistas. Pasa que hay poetas cartoneros, o más bien, pseudo-poetas que escriben lo primero que se les venga a la cabeza, pero siempre están rodeados de grupos de gente que maneja editoriales y medios culturales en el país, si les gusta tantito pues se encargan de colocar a este «escritor», o elevarlo al grado de intelectual bajo el lema de «el arte por el arte» y, en realidad, pasa todo lo contrario. Yo no me considero un poeta, no me considero un narrador tampoco, más bien solo soy un escritor, si te das cuenta mi poesía siempre tiene un hilo narrativo, una historia que contar. Trato de dejar esa huella donde no hago poemas que estén diseminados o que sean dispersos, siempre hay temas por tratar y hacer florecer.
Puntualmente, en la poesía de Canto nocturno hablo del fuego, el fuego como restaurador, purificador, incluso, como unión entre pasado, presente y futuro; luego te hallás con la narrativa, esa colección de cuentos que tengo rompen con temas entre uno y otro, saliendo del estereotipo que marca la parte lírica. Diría que el sueño de todo escritor es poder dominar las dos ramas [poesía y narrativa], seguramente así es, y se le podría etiquetar de ‘escritor completo’, pero en este país donde si se es abiertamente de izquierda y políticamente correcto te vas a hacer notar fácilmente, vas a hacerte el interesante. Volvemos a que si hacés literatura sobre algo del Conflicto Armado Interno, ya estás hecho y tienes los ingredientes que le gustan a todos, la gente te lo premia; en cambio, si lo haces desde un punto de vista distinto (por no decir derecha) o con un enfoque más objetivo, ¡cuidado! Te topás con la censura del sistema y no vas a captar la misma atención.
RV: ¿Podrías decirme cuáles son las motivaciones o inspiraciones que tenés? O, ¿tenés algunos autores de referencia al momento de escribir?
EAM: Una motivación diría que es la rebelión contra el mundo en el que vivimos, eso es algo que aprendí de leer y releer al maestro Mario Vargas Llosa, él es mi escritor de cabecera. Además, Neruda es una fuerte influencia también, cuya poesía me parece extraordinaria; también la poesía guatemalteca como la de Otto René Castillo o la del salvadoreño Roque Dalton, y claro, José Emilio Pacheco que va muy presente conmigo y tiene una vigencia atemporal; estos son escritores de habla hispana, pero tengo también cierta fascinación por la literatura de Charles Dickens, o por los rusos Tolstoi y Chéjov que me atrapan, aunque no tanto como me pasa con Vargas Llosa, debido a que lo considero la columna vertebral de mis ideas literarias.
Respecto a mis motivaciones… pues mis experiencias personales y las historias que han llegado a mí. Muchas veces lo que hallo en lugares determinados. Esta Guatemala tan doliente y sufrida es casi siempre la mejor de las inspiraciones que pueda haber, es hermoso encontrar en cada uno de sus rincones la magia y las razones para sobrevivirla todos los días.
RV: Bueno, curiosamente sos un escritor de origen quetzalteco que radicó por un buen tiempo en Antigua Guatemala, y además permanecés en constante proximidad con la capital, ¿esto de alguna manera ha marcado tu obra?
EAM: Mirá, al ser de provincia y al haber nacido en Quetzaltenango, el cual es un lugar etiquetado como la «Cuna de la cultura» que hasta hace unos cuatro años vuelve a prender ese interés por el arte, pues veo un liderazgo renovado en estos sectores, más descentralizado. Pero el simple hecho de ser quetzalteco y escribir ya te deja como «un poeta más», la misma ciudad te encasilla en un parámetro por compartir la tierra de Otto René Castillo, de Víctor Villagrán Amaya, la de Werner Ovalle López, y la tierra que tiene a los Juegos Florales más prestigiosos, cuyo certamen más importante es el de Poesía a nivel nacional; claro, siempre hay premios que han tratado de ir opacando esos Juegos Florales de Xela, pero ahí ha ganado gente como Luis de Lión y escritores de renombre nacional e internacional, además de quienes han pasado a conformar los jurados para estos certámenes. Sin embargo, el estancamiento cultural que persiste en Quetzaltenango ha provocado que otro grupo numeroso de escritores busquen aires de experiencia afuera de la región.
El hecho de vivir en Antigua Guatemala me hizo notar que tengo el corazón partido en tres. Soy demasiado emocional y Xela me duele, me causa un sentimiento constante de gran nostalgia. Luego está la capital, donde radican mis amores pasionales o eternos, además de muchos signos de mi fe. Por último, en Antigua, que es el lugar que me ha acogido y me dio de comer, un lugar al que le estoy muy agradecido por la oportunidad de redescubrirme. Por supuesto que esto ha invadido mi obra, porque Canto nocturno es un libro evidentemente forjado en Quetzaltenango y editado en la Antigua.
Muchos cuentos y poemas que acarreo, nacieron en Occidente, ya en la Antigua me he podido dedicar a la investigación y a la lectura constante, gracias a ello tengo tres proyectos literarios próximamente; y claro que afecta en tu obra dónde y cómo vivas.
RV: Al día de hoy, tienes dos obras publicadas, ¿para quién escribe Eleázar Molina? ¿Cuál es tu ideal de lector o a quién va dirigida tu obra?
EAM: En la primera etapa de los años de adolescente escribía para mi entonces novia. Yo le debo a mis primeros pasos en el amor esos primeros poemas de amor destrozado. Luego aparece el amor maduro que me enseñó cada situación buena y mala en la vida, y con ello día a día fui perfeccionando y puliendo mi estilo. En ese primer momento como que le escribes al amor y es el inicio de casi todos los poetas. Después caes en aquello que implica la madurez y te enfrentás con más temas de interés, como las deudas, problemas sociales, la fe, temas de superación, de rebeldía, de voluntad, de la toma de armas por un ideal, incluso de educación, entonces descubrí que inicié a escribir para mí. De hecho estos últimos meses que he estado escribiendo me lo he disfrutado así, ya si a la gente le gusta o encuentro a alguien con aprobación por ello, me resulta una ganancia, pero lógicamente siempre hay más de algún texto con el que la gente conecta.
RV: Te preguntaré por algo muy particular dentro de tu obra. A lo mejor deba destacar esto porque es un sello del que te has apropiado, y es que leerte es notar un acercamiento a la cosmovisión maya y al sincretismo, en comunión de la denuncia social casi siempre, ¿cómo has visto que se ha recibido esto pues no sos un escritor de origen maya?
EAM: Recordemos para esto lo que decía Luis de Lión cuando llegó a Antigua y se decía para sí que descubrió que él era ‘indio’ y no persona. Y es que creo que Guatemala tiene la particularidad de que se percibe o identifica pronto que si no se pertenece a la capital, uno es indígena; y bien, dentro en Occidente se vive de manera diferente el racismo para los de ahí mismo, ladino con ladino e indígena con indígena, el que levanta la mano en contra de eso para unificar a ambos grupos étnicos comete un gran pecado. El tratar de buscar la unión de estos grupos -no me refiero a mestizaje, sino al respeto por la convivencia de ambas culturas- es duro. Acá en Guatemala se defiende a la cultura indígena y esta se autoprotege porque es el sustento sobre el que debiera girar nuestro entorno social; sin embargo, el ladino también tiene tradiciones y considero que si debiéramos hablar de la protección de costumbres indígenas, debemos entrar en planos de aceptación de lo ladino y su legado al mismo tiempo.
En mi caso, creo que soy incómodo para las dos partes, porque al ladino no le gusta que le hablen de los indígenas y viceversa. Entonces te encuentras con esa visión donde busco que en mi literatura, tanto poesía como cuento, ambos mundos y culturas convivan en un punto de encuentro, en total equilibrio. Y trato de demostrar lo hermoso que podría llegar a ser modificar el corazón, el pensamiento no, porque el pensamiento permanece dividido en intereses de otro tipo, pero el corazón se mantiene sentimentalmente enfocado en perseguir ideales y cohesiona vínculos.
A esto sumale la cantidad de prejuicios sociales que hay si pertenecés a hermandades o cofradías y con un linaje que te define por detrás. Así las dos partes se niegan mutuamente el derecho a aportar riqueza y si vos como ladino querés acercarte a la tradición indígena es porque sos un curioso o tenés intenciones de conocer sobre la brujería esa, cuando en realidad son ceremonias mayas alejadas del ocultismo, y ni mencionar cuando hay intenciones amorosos con una mujer indígena; en realidad, son prejuicios enraizados que se mantienen como en la novela de Monteforte Toledo, Donde acaban los caminos.
RV: Ni hablar del tema de la mujer en un país como este…
EAM: Es que la guinda del pastel es que vivimos en un país evidentemente machista y donde se asume que la mujer siempre va a estar sometida a la sombra del hombre, pero aparecen figuras femeninas como Lenina García, quien para mí no representa a las mujeres jóvenes de Guatemala, quizá representa a un sector, pero no a la totalidad de ellas. Yo conozco a mujeres emprendedoras que se han fajado con proyectos, como Desirée Dubois quien tiene una marca de ropa propia junto a su hermana, o el caso de mujeres ejemplares en términos académicos, como las criminólogas que salen formadas de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en Quetzaltenango o las doctoras que salen de la Facultad de Medicina de la USAC en Xela; entonces tienes a este cúmulo de personas que ha trabajado por forjar sus sueños, que ha salido adelante, sobre todo mujeres, y ves por otro lado a un grupo de feministas radicales, que con su discurso de odio e intolerancia, pasan pidiendo respeto con vulvas frente a una iglesia católica. Esto genera un conflicto de mayor división donde por pensar diferente ya sos un misógino, o que al levantar la mano opinando sos un enemigo social más, eso es muy malo para un país como Guatemala donde ya no nos basta con separarnos por raza o por preferencia sexual, sino que la ideología lo hace aún más complicado.
RV: Esta duda que me surge es por la estructura peculiar de tu obra narrativa, hay una consideración por tu intertextualidad, sobre todo en el ámbito de la música, entonces, ¿cómo proyectás esa intertextualidad en tu mundo literario? ¿Hay acaso conexiones casuales entre religión católica, música y autores de cabecera? ¿Cómo afecta esto la obra de un escritor y cómo mezclás tanto en tan pocas líneas?
EAM: Verás, yo pienso que la vida tiene un soundtrack, cada persona maneja sus propias canciones, sus propios artistas. A mí me han dicho que soy muy raro porque así como escucho a Sabina, puedo escuchar a Bob Dylan o a Juan Gabriel. Pero la música me parece el arte más noble que hay y también el más sobrevalorado. Yo celebré que le hubieran dado el Premio Nobel de Literatura a Dylan porque sus canciones van más allá de la poesía, se vuelven una filosofía, y sin Dylan no hubiésemos tenido a Pink Floyd o a The Bettles, tampoco a Queen ni a AC/DC. Por ejemplo, en las canciones de esos compositores te topás con poesía, metafísica, interpretaciones filosóficas y hay un sustento de donde abstraer todo eso.
Hablando de «Querida» que es el primer cuento con el que intervine con lo de la intertextualidad que comentás, aparte de ser un homenaje para cuando fallece Juan Gabriel, es un cuento donde hago una denuncia contra el maltrato femenino, donde desarrollo el suicidio de la protagonista con la canción a fondo y acaba la canción justo con la muerte de ella. «Quincho Barrilete» del maestro Carlos Mejía Godoy me sirve para nombrar a ese otro cuento, con el hermoso recurso de la melancolía y la memoria del pueblo occidental guatemalteco, ahí se presencia al abuelo volando barrilente para despedir al nieto Joaquín, evoca la melodía de Mejía Godoy y en un suspiro lleno de lágrimas se menciona su nombre finalmente. La música se mantiene ahí. Incluso hay una novelita corta que escribí en diciembre, en la que cada capítulo tiene una canción que me ha marcado en determinado momento, en inglés, artistas como Elton John, Pink Floyd, Queen, Rolling Stones, entonces acá trato de mantener esa intertextualidad para rendirle tributo a la niñez y juventud que pude haber vivido. Me pasa algo extraño, por mi madre tengo el gusto por la música en inglés y por mi padre la música en español, entonces tengo la bendición de poder apreciar eso gracias a ellos, tanto baladas de Elton John como una canción de José José, y después puedo comprender la gravedad detrás de las letras de José María Napoleón y llorar con un par de marchas fúnebres también. Finalmente, la música sacra es un patrimonio extraordinario de la Guatemala que tenemos, a esta Guatemala muchas veces se le olvida si es ladina o indígena en torno a la figura de un Cristo, es simplemente un país católico.
La intertextualidad te brinda eso, incluso si lees a Cardoza y Aragón en Guatemala: Las líneas de sus manos, para evocar la Semana Santa él toma de referencia una marcha en especial y para quienes son cucuruchos leer a Cardoza en ese momento de la procesión es melancólico, estando a veces lejos de esa tierra. Pasa lo mismo con un quetzalteco a quien le tocan Luna de Xelajú en cualquier parte del mundo, sea una versión del Grupo Rana o una versión sinfónica. La música evoca eso.
RV: Y, finalizando, ¿qué podemos esperar de Eleázar Adolfo Molina? ¿Cuáles son tus proyectos literarios pendientes en estos meses que vienen?
EAM: Tenía un proyecto que era contar la historia del Barrio de San Nicolás en Quetzaltenango, pero llegué a considerar que en este preciso momento no sería lo ideal, ya que hay cosas ahí que quizás puedan afectar el desarrollo social de un grupo determinado, podría abrir heridas que no han terminado de cicatrizar.
También estoy escribiendo una novela en este momento, sobre una figura que me ha apasionado siempre, voy encaminado en esto y tratando de entender cómo pensaba este personaje, pues ha sido complejo llevarlo a mis letras, es algo que está a otro nivel por encima de mis cuentos, incluso está más lejos de la novelita de «Pity me» que te comenté anteriormente con lo de la intertextualidad; también está más lejos de mi poesía, se trata de un tema que no es del conflicto, pero es una pieza importante para entender cómo se forma ese hecho histórico en Guatemala.
Luego, me apasiona mucho la Segunda Guerra Mundial y tengo una sorpresa por ahí; y posiblemente más cuentos, de hecho tengo un personaje con el que he explorado mi lado fantasioso, se trata del gato Hope que inspiró ya dos de mis cuentos, donde en el segundo cuento le doy un toque de denuncia social por los niños de la calle y la indiferencia que esto genera alrededor. A veces considero que este gato Hope es la transmutación de mi vocación docente hacia las letras, lo cual me ha permitido no perder el contacto de la realidad con el niño que aún llevo adentro. Y nunca faltan en mi blog los cuentos que son adoc a las fechas que considero importantes.
En la actualidad, Eleázar Molina trabaja en Diario de Los Altos, como director editorial, asimismo es director del Colegio Ad Astra en La Esperanza, Quetzaltenango. Este 2020, Eleázar también se ha iniciado en el área de los podcast, lo hace desde una ventana histórica, social y literaria, con su proyecto Oxib Noj (dicho contenido puede ser disfrutado desde Spotify).
Molina Muñoz se esconde tras su pasión por los libros, el fútbol, la historia y los talleres o conferencias, pero asegura que pronto presentará su tercer libro Cuentos embargados y otras obras con Testigo Ediciones. Para conocer más del trabajo poético y narrativo de este sobresaliente escritor pueden acercarse a su blog en este enlace: Adolfo Cardenal.
Dejamos una invitación a la presentación virtual de Cuentos embargados para este viernes 23 de octubre, a las 18 horas a través del programa Letras en Directo y sus conocidas transmisiones desde Zoom en Facebook Live.
*La imagen mostrada al inicio, como presentación de esta nota, se trata de la portada del libro de narrativa «Cuentos embargados», obra que estará en disponibilidad digital y física con Testigo Ediciones a partir de octubre 2020.
**Este artículo contiene fragmentos de una nota publicada anteriormente en Revista La Fábri/k/ el 28 de febrero de 2019, cuya redacción es autoría del periodista Rodrigo Villalobos Fajardo.