Los problemas estructurales no pueden esperar más y aunque todo tiene que ser gradual, tampoco puede ser “etapista”, (en etapas muy rígidas). Por años hemos rehuido a los grandes temas como el Desarrollo Rural Integral, ya que la iniciativa de ley que se discutía en el Congreso causó enfrentamientos. Sin embargo, teníamos una mesa de diálogo que por lo menos mantenía el tema en discusión. Hoy, ni mesa hay. Debo reconocer que temas como la mujer, el reconocimiento de los idiomas, no estaban en la cancha de juego, como lo están ahora. Y aunque tocamos el tema de los pueblos indígenas, no existía el Convenio, ni discutíamos sobre el reconocimiento del carácter multinacional del Estado. Temas ineludibles hoy, y que ameritan una reforma profunda a la que sigo llamando, REFUNDACIÓN DEL ESTADO.
Está claro, que el problema es de personas y no de partidos o de instituciones, pero también está claro que no podemos ser los mismos quienes provocamos esta situación, los que tratemos de solucionarla. Tampoco, que el diálogo y la negociación no es posible cuando a las partes que gozan del poder y sus privilegios no les conviene el diálogo, menos una negociación. No quieren y por lo tanto, no se va a dar.
También queda claro que la cantidad de propuestas respetables y serias para tratar los temas de la REFUNDACIÓN están ahí y que debemos escucharlas con tolerancia y con actitud de propuesta y no sólo de protesta. Buscar lo que nos une y no lo que nos divide; división que también está claro, es planeada para lograr que no avancen los cambios de fondo y le tengamos miedo a una Constituyente.
Asimismo, está claro que los temas deberían de ser pocos para iniciar el proceso de cambio y que coincido en ellos. Pero, ¿van los políticos, actualmente en el poder, a cambiar el tema electoral, el funcionamiento de los tres organismos y el cambio de sus leyes o, a cambiar la Ley del Servicio Civil y dejar el botín de las plazas del estado? Seguro que no, como tampoco aceptarían entrarle a lo fiscal, mientras no se ataque la corrupción, la evasión y el contrabando.
De allí, que el planteamiento sería un proceso de recopilación de las propuestas existentes, por un grupo de facilitadores, expertos y juristas que elaboren una oferta que sea tomada como promesa de quienes quieran ganar la elecciones para realmente cambiar el país en los próximos sufragios. Eso sí, comprometiéndose a una nueva Constitución, tomado en cuenta a los sujetos sociales en torno a las propuestas, fortalecidos en el proceso para tener no sólo una coyuntura diferente a la de la Constituyente del 85, dada la situación mundial, regional y nacional, si no con actores diferentes.
Pero, ¿cómo evitar que la sangre llegue al río mientras esto ocurre? ¿cómo evitar el estallido social? Retomando el tema de la reforma constitucional en materia de seguridad y justicia, SÍ. Aquélla que provocó que Jimmy y el pacto que se formó trabajaran, sin importarles el país, hasta terminar con la CICIG. Eso, lo que les permite hoy es no elegir cortes y aún más, evita que violadores de la constitución y las leyes paguen con penas severas lo que hacen y ocasiona que la actual Constitución ya no sea suficiente.