Dentro de los objetivos de Naciones Unidas, destaca el deseo de impactar en la población mediante la propuesta y el impulso a políticas públicas que favorezcan a todas las personas, dando énfasis a aquellas poblaciones que, por naturaleza o efectos sociales, son más vulnerables y consecuentemente necesitan más atención de los gobiernos. Con fecha 31 de octubre de 2003, la Asamblea General, después de haber discutido ampliamente, aprobó la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, la cual entró en vigor en diciembre de 2005.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) es la encargada de ejecutar las planificaciones de prevención y lucha contra los fenómenos criminales que, en materia de delito transnacional, se proponen desde Naciones Unidas, por lo que el tema de “corrupción” es uno de los que le corresponde vigilar e incidir a este ente.
Con la finalidad de crear conciencia de lo dañina que resulta la corrupción en contra de la población, se acordó que el 9 de diciembre de cada año fuera el día para promover y destacar la necesidad de realizar esfuerzos y fortalecer los mecanismos de la lucha contra este fenómeno criminal, y sobre todo para dar a conocer la importancia de la Convención. Todo ello para que, teniendo conocimiento de la misma, sea de utilidad y guía para los gobiernos y los entes tomadores de decisiones.
Básicamente hablar de corrupción es reconocer que, dentro de las dinámicas gubernamentales y privadas, existen algunos funcionarios o personeros comprometidos o involucrados en actividades carentes de transparencia.
Se hacen esfuerzos con la finalidad de que las acciones gubernamentales a nivel global, sean transparentes, promoviendo la cultura de rendición de cuentas y auditoria social, mediante la cual, se crean las herramientas que permitan vigilar el correcto manejo de los fondos públicos, los tributos y las responsabilidades que los ciudadanos tienen para contribuir justamente con el Estado.
Se han tipificado aquellos actos ilícitos, como figuras delictivas en las leyes penales de las naciones. Debido al fuerte impacto que tienen dichos actos para la población pueden resultar en la pérdida de muchos recursos en acciones delictivas que tienen como única finalidad el enriquecimiento ilícito de pocos a costa del empobrecimiento injusto de las mayorías.
Los esfuerzos que se realizan con esa finalidad no tienen nada que ver con aspectos o sesgos políticos, rojos o verdes, de derechas o de izquierdas, ya que cualquiera que sea la postura, la corrupción daña gravemente a todos los miembros de una comunidad, país o continente. Se trata más bien de una lucha frontal contra aquellos que teniendo la obligación de defender el interés general, ven en este la oportunidad para su propio beneficio.
A lo largo de los años, diversos han sido los consensos para erradicar la corrupción de las esferas gubernamentales, sin embargo, también este impulso ha alcanzado al sector privado que se ha visto seriamente comprometido. Las investigaciones en muchos casos han dado como resultado la desacreditación y el cuestionamiento por prácticas incorrectas tanto a funcionarios como a personas que se desempeñan en el área privada o empresarial y todos ellos han tenido que ser sometidos a la jurisdicción de tribunales. Los acusados han sido procesados y castigados.
Las empresas cuestionadas han perdido su liderazgo en el mercado, y ni hablar de la pérdida de la confianza de sus socios y la baja en los créditos para invertir en sus empresas; lo que ha motivado la creación, dentro del sector empresarial, de mecanismos y ciertos controles para evitar ser sorprendidos.
Al paso del tiempo, la población ha observado escándalos tanto en el sector público como privado, por lo que se ha desatado una ola de descontento y un hartazgo por continuar en un círculo donde se ha acomodado y aceptado la corrupción, incluso llegando a ser considerada como cultural. No obstante, las personas que todos los días emprenden, trabajan, invierten, luchan y pierden con fe en un mejor porvenir no están de acuerdo con seguir siendo saqueados por quienes históricamente han sido artífices de esas conductas criminales.
Ahora debiera verse como punto de inflexión este día (9 de diciembre) para recordar que la mayoría de las personas, no importa su condición social o su estatus económico, quieren tener la entereza de ganar honradamente su sustento y lo único que exigen es que el Estado garantice el clima de confianza, de tranquilidad y seguridad que les permita trabajar para continuar engrandeciendo a su nación.
La toma de decisiones trascendentales está en manos de todos desde el momento que elegimos, desde los productos que consumimos, el trabajo que queremos y la forma de vida que deseamos. Debemos estar plenamente conscientes que la impunidad no prevalecerá y que seremos responsables y cuestionados por los actos que cada quien realice.
Todos sabemos que la corrupción es un complejo fenómeno social, político y económico, que afecta a todas las personas en cada uno de los países donde campea libre e impunemente, que además de eso socava las instituciones democráticas, porque las permea y las distorsiona. Porque sí, la corrupción es capaz de pervertir el imperio de la ley.
La misma corrupción ha convertido al Estado en un obstáculo que, en lugar de ser garante de la población, es un simple subordinado que ahuyenta cualquier inversión extranjera con fines empresariales. Los sobornos con los que se manejan estas redes de corrupción también alejan a los cooperantes internacionales que buscan fortalecer la institucionalidad gubernamental.
Y hoy por hoy, ante tan desolador panorama, la población no puede seguir siendo un observador inerte o hacerse parte de esta. Debe apoyar la lucha que se realice contra la corrupción para evitar que esta siga apoderándose peligrosamente de todo, creciendo tanto que llegue al punto en que inevitablemente ahogue lo poco bueno y honesto que quede, porque entonces ese día será el fin. Ojalá que este día no sea un gris recordatorio en nuestros calendarios simplemente.