Terminar con la pobreza y el hambre, alcanzar la igualdad de género, garantizar el acceso una energía asequible, segura, sostenible y moderna son algunos de los 17 objetivos que plantea esta Agenda 2030 con el supuesto fin de “asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva Agenda de desarrollo sostenible”. Pero, ¿realmente es lo que se propone?, ¿es capaz de conseguir todo eso?
Para conocer su origen tenemos que remontarnos al año 2000, concretamente al mes de septiembre, cuando arrancaron los conocidos como “Objetivos del Desarrollo del Milenio”. Estos últimos conforman una serie de ocho objetivos en total, muy parecidos a los pertenecientes a la Agenda 2030 solo que más genéricos. Dichos objetivos se crearon a raíz de la Declaración del Milenio de las Naciones Unidas, y tenían como fecha límite hasta 2015, ya que durante ese año sería aprobada la Agenda 2030.
Concretamente, el 25 de septiembre de 2015 la Asamblea de las Naciones Unidas aprobaba dicha Agenda para el desarrollo sostenible, con la misión de establecer un Plan de Acción para las personas, el planeta y el bienestar económico, social y ambiental. A dicho plan se sumaba la firma de 193 países, entre ellos la de España, aunque existen dudas sobre quiénes realmente aceptaron dicha Agenda. En enero de 2016 comenzaron a ponerse en funcionamiento los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible). Sin embargo, no fue hasta el año 2018 cuando verdaderamente comenzaría a tener repercusión esta Agenda en nuestro país. El 29 de junio de 2018 el Consejo de Ministros aprobó el denominado “Plan de Acción para la implementación de la Agenda 2030”. Dicho Plan tenía como fin impulsar urgentemente la implementación de la Agenda 2030 en España.
La Agenda 2030 tiene además una estrecha relación con el conocido como “Gobierno Abierto”. Este último se trata de una forma de gobernanza, originalmente impulsada por el expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, de carácter más transparente, colaborativa, ética y con una rendición de cuentas más clara. Hasta ahora se han llevado a cabo 4 Planes de Acción de Gobierno Abierto, y es precisamente en el IV Plan de Gobierno Abierto 2020-2024 (aprobado el 29 de octubre de 2020) donde se hace referencia a la denominada “Política palanca para la Agenda 2030”. ¿Y qué son las “políticas palanca”? Pues son aquellas que poseen la capacidad de acelerar la implementación de ODS, y precisamente el Gobierno Abierto se considera clave para el cumplimiento del Objetivo de Desarrollo Sostenible 16 (paz, justicia e instituciones sólidas).
El principal problema que posee esta Agenda es su carácter utópico. A simple vista podemos observar que los ODS son inobjetables, ya que no existen métodos reales y factibles para solucionar todas esas cuestiones (ni siquiera se detienen a analizarlos). Por tanto, es cuanto menos sostenible. Tampoco tiene sentido que se pretenda aplicar una serie de Objetivos que están orientados a un nivel de subdesarrollo con el cual países europeos como el nuestro no se caracteriza. Por ejemplo, en cuanto al problema relacionado con el nivel de contaminación, España en comparación con otros lugares del mundo no posee un problema real, y aún así se dejan llevar por un fanatismo climático que acaba siendo autolesivo. Se culpa además al individuo de causar el cambio climático cuando la UE es una de las mayores responsables de emisiones contaminantes, además de China. Aún así, Europa las ha ido reduciendo, mientras que China ha seguido aumentando cada vez más sus emisiones.
La Agenda 2030 afecta tanto a la libertad del individuo como a la del colectivo (acaba con la autonomía local), suponiendo un abandono de la propiedad privada y haciendo que el Estado pretenda decidir por ti de manera extrema. Un ejemplo es el hecho de disponer de vehículo privado. Cada vez se fuerza más a que se use el transporte público en base a numerosas excusas, lo cual perjudicaría a muchas personas por su ubicación. También supondría un problema de dependencia energética el sustituir todos los coches de gasolina por eléctricos. Digamos que las energías renovables tampoco son la solución definitiva ya que actualmente no están lo suficientemente desarrolladas.
En cuanto a la propuesta económica de la Agenda 2030, cabe resaltar que Vox ya registró una enmienda a la totalidad al proyecto de Ley de Economía Circular, la cual es precisamente una de las “políticas palanca” que mencionamos anteriormente. Es importante oponerse a la Ley de Economía Circular, no solo por su arrodillamiento ante la Agenda 2030, sino porque dificulta mucho el trabajo de los empresarios. La puesta en marcha de una Oficina de Economía Circular no supone más que la creación de otro chiringuito más, sustituyendo incluso un órgano ya existente. Solo beneficia a las grandes multinacionales, viéndose principalmente afectadas las PYMES.
En conclusión, estamos ante un plan vendehúmos cuyo verdadero objetivo es el de controlar, pues la ONU pretende ejercer como organización mundial. A pesar de que las ciudades españolas no cumplan con los requisitos necesarios para tener que adoptar unas medidas como estas, se aceptan, creando una alarma social con el fin de que el ciudadano obedezca. Una vez más, podemos hacer también referencia a la batalla cultural, puesto quela Agenda 2030 reúne todos aquellos planteamientos aparentemente indiscutibles.