El pasado 5 de febrero el Rey Carlos III anunciaba al mundo, a través de un comunicado, que había sido diagnosticado de «una forma de cáncer», descubierto tras someterse a una operación por agrandamiento de próstata varios días antes. Dicho texto, en el que no se daban detalles del tipo de tumor -aunque sí se aclaró que no sería de la próstata- se informaba que el monarca había decidido hacer pública su enfermedad para «evitar especulaciones» y con la «esperanza» de poder «ayudar a todos aquellos afectados por el cáncer».
Desde entonces han pasado casi 3 meses, en los que el hijo de la Reina Isabel II, de 75 años, ha cancelado casi por completo su agenda oficial para someterse a un tratamiento contra la enfermedad del que apenas ha trascendido ninguna información, aunque se especula con que no sería ni quimioterapia, ni radioterapia, sino un método pionero y menos agresivo.
A pesar de que sus apariciones han sido contadas en este tiempo, y es evidente que ha perdido peso, lo cierto es que se le ha visto con muy buen estado. La última fue el 21 de abril -día en el que la Reina Isabel hubiese cumplido 98 años- cuando se dejó ver al volante de su propio coche con la Reina Camilla asistiendo a un servicio religioso en una iglesia cercana al Palacio de Balmoral, en Escocia.
Una imagen tranquilizadora que contrasta con las informaciones que se han dado en las últimas horas sobre el estado del Rey Carlos en medios de comunicación como el ‘New York Post’, donde se han atrevido a aventurar que la salud del soberano británico se estaría «deteriorando progresivamente».
Según dicho periódico, la situación sería tan preocupante que Buckingham habría puesto en marcha la maquinaria para el «inminente funeral» del padre de los Príncipes Guillermo y Harry. Y es que a pesar de que continúa su batalla contra el cáncer, fuentes cercanas habrían revelado que se encuentra «mucho peor de lo que dejan entrever, realmente mal».
De ahí que los preparativos para su funeral -que se pusieron en marcha por protocolo al día siguiente del entierro de Isabel II-, denominado «Operación Puente Menai» y planeado desde hace mucho tiempo, se estarían «actualizando activamente», para que todo estuviese perfectamente detallado si el desenlace fuese próximo como especula la prensa norteamericana, ya que la británica mantiene un silencio absoluto sobre este tema.
La noticia del posible empeoramiento de salud del rey llega a los súbditos británicos después del mazazo que supuso la también preocupante noticia de que la princesa de gales Kate Middleton se enfrentaba a otro proceso oncológico.
Como en todos los asuntos de palacio la previsión es uno de los pilares del fundamentales para que todo funcione a la perfección, así que después de que el monarca lleve tres meses con la agenda oficial bloqueada se ha vuelto a retomar la revisión del protocolo del funeral de Carlos III, la denominada operación ‘Menai Bridge’, aunque en realidad la operativa empezó a diseñarse al día siguiente del entierro de su madre, Isabel II.
La actualización de los detalles del ‘Menai Bridge’ podría ser una de las consecuencias de las últimas informaciones que señalan el «deterioro progresivo» de la salud del rey publicadas en medios internacionales como el ‘New York Post’ y ‘Page 6’. Ambos citan a fuentes cercanas a la familia real inglesa quienes señalarían que la evolución de Carlos III no serían todo lo buenas que cabría esperar y que por ello, Buckingham se está preparando para el peor escenario.
El puente colgante de Menai, es un puente colgante entre la isla de Anglesey y Gales. Fue escogido para dar nombre al protocolo de los actos funerarios precisamente de Carlos III que ostentó durante más de 70 años el título de Príncipe de Gales.
Esta obra arquitectónica atraviesa el estrecho de Menai, que separa la isla de Anglesey del territorio de Gales en aguas del mar de Irlanda. Fue diseñado por Thomas Telford y se completó en 1826, siendo uno de los primeros puentes colgantes modernos y ostentó el récord del mayor puente colgante entre 1826 y 1836.