Todos envejecemos, pero determinados hábitos y comportamientos pueden acelerar el proceso. Aquí se explican estos factores para que puedas reconocerlos y evitarlos.
En los últimos años, se ha invertido mucho esfuerzo en investigar terapias para frenar el envejecimiento. Cumplir años y morir es inevitable, pero el envejecimiento no siempre ocurre a la misma velocidad. Dos personas con la misma edad pueden tener edades biológicas muy distintas.
**La edad biológica y la edad cronológica**
La edad cronológica es la que revela tu DNI, el tiempo que has existido. La edad biológica es la edad de tus células, medida por su funcionamiento. A veces coinciden, pero generalmente cada persona envejece a un ritmo diferente.
Esto se manifiesta en la duración de la salud, que es el tiempo en nuestra vida en el que no se padece ninguna enfermedad relacionada con el envejecimiento. Si vivimos hasta los 80 años, pero padecemos diabetes, osteoporosis o infartos desde los 65, nuestra salud ha durado 15 años menos que nuestra vida.
Las células de nuestro cuerpo envejecen por distintos motivos, identificados en el estudio del investigador español López-Otín sobre los “sellos distintivos” o marcadores del envejecimiento. Muchos tienen que ver con los daños al ADN de las células. Cuando el ADN está dañado, la célula envejece y funciona defectuosamente. Esto es visible en la piel envejecida: aunque las células se renuevan cada pocas semanas, las nuevas células conservan arrugas y manchas por defectos en su ADN.
Si alguien quisiera envejecer rápidamente, estos son los comportamientos que debería seguir:
Fumar: El principal problema del tabaco es el humo, que contiene sustancias tóxicas que producen estrés oxidativo y dañan las células y el ADN, afectando especialmente a los pulmones y la piel.
Estrés crónico: Mantener elevados niveles de cortisol afecta a las mitocondrias y acorta los telómeros, las terminaciones del ADN que las protegen de daños.
Quemarse al sol: La radiación UV produce radicales libres que dañan las células y el ADN, aumentando el riesgo de cáncer y acelerando el envejecimiento de la piel.
Pasar el día en un asiento: El sedentarismo está asociado con múltiples marcadores del envejecimiento, incluyendo daños en el ADN, pérdida de función mitocondrial y aparición de células senescentes, además de diversas enfermedades crónicas.
Obesidad: La obesidad provoca inflamación crónica y estrés oxidativo, y el exceso de grasa visceral fomenta la formación de radicales libres y desactiva mecanismos de reparación del ADN.
Sueño alterado: La falta de sueño impide la reparación de tejidos, aumentando la producción de radicales libres y la inflamación, lo que acelera el envejecimiento celular.
Comida basura: Los alimentos ultraprocesados, ricos en azúcares añadidos, harinas refinadas y grasas trans, aumentan el estrés oxidativo y aceleran el envejecimiento de las células.
Para mantener una edad biológica menor que la cronológica y mejorar la calidad de vida, es crucial adoptar hábitos saludables: dejar de fumar, gestionar el estrés, protegerse del sol, mantenerse activo, controlar el peso, dormir bien y seguir una dieta equilibrada. Cada pequeño cambio puede marcar una gran diferencia en nuestra salud y longevidad. Cuidar de nuestro cuerpo hoy es la clave para un envejecimiento más saludable.