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Diario de Los Altos

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LOS GOLPES DE BASTON ANTES DE CADA EVENTO

Basile Boli en Marsella, Vincent Clerc y Dan Carter en el Stade de France… El miércoles inició la actividad de los Juegos Olímpicos de París 2024 y un protocolo bastante inusual saltó a la vista del público: los tres golpes que se dan al suelo antes de cada competición. Pero, ¿de dónde viene este ritual? Aquí te damos algunas explicaciones.Como hemos podido comprobar, antes de cada sesión deportiva se celebra una ceremonia un tanto peculiar. En cada sede, para marcar el comienzo de cualquier prueba, un deportista (ya sea en activo o retirado), un voluntario, una figura pública o, a menudo, una persona completamente anónima, dará tres golpes al suelo con un bastón de madera. Esta tradición, inspirada en el teatro francés, ha encontrado su lugar en el deporte desde el miércoles 24 de julio.

El bastón, también llamado «brigadier», se ha visto en numerosas ocasiones desde el comienzo de los Juegos Olímpicos. Originalmente utilizado en el teatro para marcar el comienzo de una actuación, la tradición de golpear el ‘brigadier’ en el suelo tres veces es un gesto simbólico para llamar la atención del público. Marca un momento especial de silencio y concentración, que permite al público prepararse antes del espectáculo que les espera.

LA TRADICIÓN DE LOS TRES GOLPES: ¿DE DÓNDE VIENE?

No tenemos una concepción clara del origen de esta tradición, pero sí tenemos algunas ideas.

No siempre eran tres golpes limpios los que simbolizaban las representaciones. Según el espectáculo, a menudo, nueve golpes menos potentes podían preceder a los tres. Esto era una referencia a las nueve musas de la antigua Grecia. Otras veces, 12 golpes era el número perfecto, representando la unidad total en el teatro.

Los tres golpes se instituyeron en Francia, pero ¿cuándo? Las teorías sugieren que podemos remontar este ritual a los años que van desde la Edad Media hasta el siglo XVII.

Una hipótesis señala una época durante la Edad Media, cuando los comediantes estaban mal vistos por la Iglesia. Los tres golpes dados antes de cada actuación simbolizaban la Santísima Trinidad: «En el nombre del Padre», «del Hijo» y «del Espíritu Santo», lo que permitía a los artistas obtener la aprobación del clero antes de su actuación.

Otros descartan la idea anterior y creen que representan los tres grupos esenciales del teatro: los actores, los espectadores y la historia.

Alguna idea relacionada con el teatro sugiere que los tres golpes son una oda a la actuación y al movimiento de un actor. Estos incluyen sus posiciones en el escenario: de cara al público, del lado del jardín y del lado del patio. Más tarde, en el siglo XVII, Molière utilizó los tres golpes para anunciar la llegada del rey, la reina y el delfín al auditorio.

Tony Estanguet, presidente de París 2024, anunció el pasado domingo en la sala de prensa principal que este ritual será una de las grandes innovaciones de los Juegos Olímpicos de este año.

Al combinar deporte y teatro, el Comité Organizador de los Juegos pretende rendir homenaje a la tradición cultural de Francia. Se trata de una forma de celebrar el patrimonio artístico y teatral de Francia, reconocido en todo el mundo. La ceremonia pretende crear un vínculo entre los espectadores y los atletas.

Además del simbolismo cultural, esta tradición impone una cierta dimensión solemne y ceremonial a cada evento, subrayando la importancia de respetar las actuaciones de los atletas. Todo ello, por supuesto, respetando también la importancia histórica de los Juegos Olímpicos.

Estos tres toques tienen como objetivo recordarnos que cada evento es un espectáculo único que merece la atención y el respeto del público y se invita a los espectadores a guardar un momento de silencio en el momento de los tres toques, como en el teatro.

¡Es un guiño apropiado a la cultura francesa, después de una gran Ceremonia de Apertura que pasará a la historia para siempre!

(1990). Cofundador de Diario de Los Altos. Reconocido dos veces por la Universidad Rafael Landivar con el premio Juan Fernando Cifuentes en prosa y Poesía. Autor Pesadillas de un Espantapájaros (Poesía, 2011); Canto Nocturno (Poesía y Cuento, 2018); Cuentos Embargados (2020, Cuento). Profesor en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco Marroquín.

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