Josseline Pinto nos entrega un poemario experimental, un trabajo lejano de lo material y lleno de ideas sobre la trascendencia de los cuerpos. Sin duda, una poesía que rompe con la línea temática que nos acostumbra contextualizar la sociedad actual.
El performance y el arte conceptualizado forman parte de la poesía de Pinto. Los ejes de su poesía se construyen a través del verso libre (como en la mayoría de los casos poéticos actuales) demostrando rebeldía al canon. Sus textos carecen meramente de una perspectiva femenina de manera directa y se enfocan en motivos poéticos como la muerte, la soledad, la tristeza, la decepción, el silencio y la pérdida.
«Pero el cuerpo sigue hueco, arrastrado, triste
y el pecho sigue consumiéndose hacia dentro
como un cáncer de ácido
que tiene demasiada fe en la resurrección.»
J. Pinto, II (fragmento).
Escasa de figuras retóricas, su poesía destaca también por sus metáforas mutiladas. Estas imágenes retóricas incompletas o inconexas resaltan un rasgo primordial a lo largo de todo el poemario. Una estética válida en el experimento, pero llana en expresión. Sin embargo, goza de un efecto diferente a lo que transmite la poesía de posguerra, ya que esa poética se empapa de adicciones a sustancias y al desencanto y frustración de rutina, cosa que no se percibe dentro de Objetos 1 (Sión Editorial, 2017).
Los ‘objetos’ a los que Joss destaca en los textos también merecen un apartado. Estos ‘objetos’ no son cosas materiales ni sustancias concretas como bien se entiende por concepto la palabra misma; para Pinto los ‘objetos’ son criaturas imaginarias de su percepción individual, en otras palabras, abstracciones experimentadas desde su perspectiva.
Algunos escritores (especialmente los poetas) canalizan sus experiencias personales hacia las letras. Algunos simplemente vuelcan el peso de sus ideas desde ángulos más lejanos. El caso de Pinto parece ser el segundo. Dicha secuencia de circunstancias como la reiteración por la ‘muerte’, y en particular la manifestación del ‘suicidio’, permean un conocimiento muy marginal del tema que no termina de conectar el sentimiento de separación del alma del mundo de lo tangible. Pero al menos es un intento de trascendencia válido que demuestra el atasco del ser humano en la sensibilidad carnal.
«Desde aquí todo tiene menos líneas,
menos bordes.
Jamás llegaré al final preciso,
pero descansar en los agujeros del mundo
tiene un aire nuevo y divino.»
J. Pinto, VI (fragmento).
La ambientación poética es interesante también dentro de Objetos 1 (Sión Editorial, 2017) debido a que la urbe no es un personaje principal en la obra de Pinto, pero se presenta de manera difusa. Sus textos mencionan situaciones de la cotidianidad que solo pueden ajustarse al plano urbano, pero no hacen que la ciudad participe activamente. Expectante y contemplativa la autora se manifiesta acerca de la ciudad con total pasividad.
Algo necesario de precisar dentro de la obra de Joss es que el poeta se convierte en un cosmopolita sin límites corporales. El goce espiritual del ‘yo poético’ reside en el desapego; dicho desapego es hacia lo material, hacia la tierra que es su residencia, incluso. Lo etéreo también se encuentra en los versos de Joss como una búsqueda íntima.
«Qué se yo de geografía
si en los libros nunca llovió en Venecia.»
J. Pinto, XIV (fragmento).
Cabe destacar que para Pinto el dibujo también forma parte de su poesía. Es relevante notar como la construcción y estructura del poemario se encadena con una secuencia de dibujos que traban una lectura propia como concatenada al texto.
Si bien la poesía de Joss puede ser un estilo novedoso (o “performático” como ella misma lo define) en la poesía guatemalteca actual debería existir un criterio para definir el alcance de esta nueva generación de escritores. Las referencias líricas son escasas en cuánto a forma retórica y su contenido desorienta o confunde la sensibilidad del lector.
Este desconcierto constante se identifica en la melancolía, la angustia, la desilusión y el silencio al que se limitan los versos de Joss. La incertidumbre es un problema sin solución, pero bien plasmado. Saríah Acevedo en su ensayo La prefiguración de nuevos paradigmas expone que esta característica es esencial en los textos de los nuevos escritores como una herencia directa de la posguerra. Pero hasta que no se consoliden estas nuevas formas de escritura, muchos escritos, como el caso de Pinto, seguirán siendo parte de un irreconocible movimiento más individual que colectivo en el plano literario.
Si desean conocer más de Joss y su trabajo polifacético, en diversas aristas del arte, les comparto su blog, donde podrán encontrar algunos detalles interesantes, como su trayectoria en curaduría y más: https://josselinepinto.com/.
*Para la primera imagen, en la presentación de esta reseña, he compartido la fotografía tomada por Guillermo González, donde aparece la escritora y curadora de arte Joss Pinto; a él todo el crédito y el agradecimiento.
**Este artículo contiene fragmentos de una nota publicada anteriormente en Revista La Fábri/k/ el 26 de noviembre de 2018, cuya redacción es autoría del periodista Rodrigo Villalobos Fajardo.