En los primeros minutos del 15 de septiembre, la tragedia azotó los eventos que buscaban celebrar la independencia de Guatemala. En el Festival de Independencia, donde grupos de rock nacionales se presentaron en la explanada Capuano de la zona 9, se vivieron momentos de terror y angustia que acabaron con el saldo de 9 fallecidos y 20 heridos.
Como los años previos a la pandemia, la feria de Quetzaltenango se convertía en el lugar ideal para espabilarse, en especial la noche del 14 de septiembre, la misma era la noche en el año en que todos querían estar en la ciudad, una noche en que muchas veces el alcohol provocaba el libertinaje y diversidad de problemas que quedaban opacados.
Todos los 14 de septiembre, la ciudad se convierte en una cantina gigantesca en donde muchos vienen a celebrar la independencia, a gozar de los conciertos y algunos otros vienen a pasarla en familia.
Robos, intentos de violaciones, peleas entre estudiantes y exalumnos de diversos centros educativos, marcan la noche del 14 de septiembre en Xela, pero estos hechos pasaban desapercibidos y opacados ante la falta de víctimas mortales. Muchas veces se vieron disparos al aire para tratar de separar las riñas causadas por las peleas entre estudiantes.
Este año, desde el inicio de la supuesta planificación de la feria, se vio la oposición de vecinos ante distintas situaciones que afectaban el entorno del lugar donde ellos viven. La oposición de vecinos de las colonias “Los Cerezos”, “La Floresta”, “Sagrada Familia”, quienes expresaban sus preocupaciones ante el hecho de que los lugares no son adecuados para la realización de la feria, en especial de eventos masivos como los conciertos.
A pesar de esta oposición, la Corporación Municipal presidida por Juan Fernando López, siguió adelante con el plan, bajo el entendido de que es necesario apoyar la reactivación económica del municipio y con buenos deseos procedieron a la realización de una feria de la independencia, que saldo la madrugada del 15 de septiembre una de las mayores tragedias en la historia de Quetzaltenango.
La “Explanada Capuano”, no es apta para realizar conciertos o eventos que conlleven a una multitudinaria asistencia. El terreno de irregular topografía, se mantiene abandonado durante todo el año y es solamente para la noche del 14 de septiembre que hace ya varios años, cobra vida o importancia en la ciudad.
Por testimonios de asistentes al concierto, se puede establecer un aproximado de 30 mil a 40 mil personas en uno de los conciertos que marca un escenario mayor para los grupos de Rock de Guatemala. Los grupos musicales son los menos culpables de esta situación y de la tragedia misma, pues fueron contratados por la casa productora y cumplieron con su cometido, dar un espectáculo. Sin embargo, lo que causa indignación en las redes sociales fue la nula o tardía respuesta de la mayoría de estos, ante el hecho trágico.
Según los requisitos del Ministerio de Cultura y Deportes para la realización de espectáculos de artistas nacionales y extranjeros, se debe presentar una fotocopia de certificación emitida por la CONRED que indica la capacidad del lugar y el aforo de gente que puede recibir.
Esto nos indica que el lugar debe tener un documento o aval de la CONRED que valida que el lugar guarda las condiciones de seguridad mínimas. Al ser un evento catalogado dentro de la categoría “C” de la CONRED, debe cumplir con las Normas de reducción de desastres, en especial el articulo 7; presentar un protocolo por evento socio-organizativo ante autoridad competente; recursos disponibles para administrar primeros auxilios, informar al público sobre las medidas de seguridad, pólizas de responsabilidad civil, accesos para personas con discapacidades, carriles para vehículos de emergencia.
Al ver las fotografías y videos del evento, se puede observar que el lugar era un “corralón”, donde toda la gente estaba al centro, no había pasillos de emergencia, tan solo había dos entradas y en las mismas se encontraban las salidas. A eso hay que sumar que la mayoría de personas asistentes estaban bajo los efectos de licor, provocando que, ante una reacción de la masa, surgiera una tragedia como la ocurrida.
En la licencia que circula en redes sociales, supuestamente emitida a la casa productora “Calavera Producciones Sociedad Anónima”, se lee que el aforo autorizado por el Ministerio de Cultura y Deportes, es para 15 mil personas. Lógicamente este aforo se duplicó durante el concierto del pasado miércoles.
Para que el evento fuese autorizado tuvo que haber pasado el expediente por Gobernación Departamental, Ministerio de Cultura y Deportes, Municipalidad de Quetzaltenango y CONRED. Todos ellos emitieron un dictamen favorable para la realización del evento y debieron velar con personal que se cumplirán los protocolos y que se contarán con las medidas de seguridad y de asistencia primaria.
No se trata de hacer leña del árbol caído, pero si respetar la memoria de las nueve personas fallecidas, del niño que vendía aguas gaseosas enlatadas en el concierto y que falleció por la estampida de las personas. ¿Se pudo evitar la tragedia? Con la correcta señalización, organización y debido cumplimiento tanto de organizadores y autoridades, hoy no estaríamos lamentando esta tragedia.
Indignó más a la población ver los escuetos comunicados de los grupos que se pronunciaron, la falta de empatía de la Corporación Municipal de Quetzaltenango con los deudos de los fallecidos, la voracidad política del candidato a alcalde por el partido VALOR Patrick Gramajo que visitó y publicitó en sus redes el pésame que le dio a la familia de uno de los fallecidos.
Indignó ver el escueto comunicado y la falta de la mención a los fallecidos de parte de Cerveza Gallo, además del escueto comunicado de la casa productora, los mismos tardaron casi 40 horas en salir y lamentar la situación, dejando de lado lo ocurrido en su evento. Todos los involucrados se han lavado las manos, tomando como pendón la frase del alcalde Juan Fernando López, “Cada quien va por su cuenta y riesgo, nadie los obligó a ir”.