Ayer por la mañana, 17 de abril, el Tribunal Supremo Electoral, a través de su Presidenta, la Magistrada Blanca Alfaro, hizo entrega de la Iniciativa de Ley, producto de la Comisión para la Actualización y Modernización Electoral. Esta es una actividad que hay que realizar obligadamente, después de cada proceso electoral, según las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos.
Dicho proceso para cambiar la ley está abierto para todas las partes interesadas en proponer reformas con el fin de que lleguen y se manifiesten en las mesas de trabajo, y que un equipo de Asesores del Tribunal Supremo Electoral recoja todas las ideas para después elaborar una Iniciativa de Ley que contenga lo que el Tribunal considere lógico de reformar después del proceso o lo novedoso de reformar.
Aún no he tenido tiempo de estudiar la versión final con su contenido detallado, ya que tal como lo describí en la Columna anterior, un consorcio integrado por ASIES, el INCEP, la Fundación Esquipulas y la Asociación Política Caminemos, a la que tengo el gusto de pertenecer, presentamos en conjunto nuestras ideas y propuestas. Cabe mencionar que una de ellas promueve la participación de la que estamos hablando, y es el hecho de que al obtener el DPI, uno quedaría empadronado de manera simultánea. Lo ideal sería que eso fuera automático y no necesariamente voluntario y que el número de DPI sea igual al número de empadronamiento y el banco de datos y que el sistema sea el mismo. Entiendo que incluso le ahorraría al Tribunal Supremo Electoral alrededor de Q80,000,000. Sin embargo, lo más importante es que cuando los jóvenes adquieran su DPI, estarían automáticamente empadronados. Ojalá pudiera ser voluntario sin que fuera necesario preguntarles, ya que por el hecho de ser voluntario, se respeta la libertad de las personas de ir o no a votar.
Por otro lado, un tema que sí promueve la participación ciudadana continúa siendo el tema de las mujeres, debido a que aparecen en la iniciativa de ley dos artículos interesantes que lo promueven. Uno referente a las obligaciones de los partidos políticos y otro, específico, que indica que el 50% de quienes integran una lista de candidatos en cualquier lugar deben de ser mujeres. Además, se debe alternar un hombre y una mujer; es decir, que cuando el primero es un hombre, quien le sigue es una mujer y viceversa. Este es un tema controversial para quienes no desean que la participación de la mujer sea obligatoria; sin embargo, Guatemala es el único país democrático en toda Latinoamérica, que no necesita al menos una cuota que obligue a los partidos políticos a incluir en sus listas a un buen número de mujeres.
NO SE VALE que por lo menos entremos a analizar estos tres temas para que de una u otra manera los tomemos en consideración. Y es que estamos hablando de promover la participación de las mujeres, dado que realmente hemos venido teniendo mala experiencia en este tema, que aunque en algunos lugares ha aumentado, en otros ni siquiera aparecen. Esto es especialmente importante, ya que se trata de las municipalidades y de corporaciones municipales. Ocurre lo mismo con los representantes de los pueblos originarios, quienes realmente fundaron este país, o que ya estaban aquí, antes de que fuéramos considerados como país. Tenemos para escribir para ratos, porque si estamos hablando de participación, aquí estamos, y si estamos hablando de negociación, también.
YA ES HORA de que nos sentemos a dialogar y lleguemos a un acuerdo en estos tres temas. Por lo menos, que nos encaminemos más a la participación, a la transparencia, y a promover que la población conozca más del tema y así evitar que vuelva a ocurrir lo mismo que sucedió en esta elección.
Ahora bien, como mínimo, analicemos el hecho de estar empadronados y lo que obliga a los partidos a la participación de las mujeres y a que sus listas representen a la población real del país y no a quienes usurpan el cargo o el puesto, o el título de POLÍTICO, cuando ser políticos, es equivalente, hoy, a ser parte de los que usurpando ese título se han apoderado de toda una nación.