En el corazón del altiplano guatemalteco, la ciudad de Quetzaltenango se erige como un testigo vivo de cinco siglos de historia. Sus calles, iluminadas por la mágica luz de la luna, han sido testigos de innumerables acontecimientos que han dado forma a su identidad única.
Desde su fundación hace cinco siglos, Quetzaltenango ha sido hogar de una gente de corazón ardiente, que ha enfrentado los desafíos del clima frío con un calor humano inigualable. Sus tradiciones arraigadas, transmitidas de generación en generación, son un faro de luz en la noche, recordándonos la importancia de defender nuestras raíces hasta la muerte.
La historia de Quetzaltenango está marcada por el grito de un conglomerado que buscaba ser reconocido como el Sexto Estado de Los Altos, un símbolo de la lucha constante por la autonomía y la identidad. Los edificios históricos de la ciudad evocan las remembranzas de aquellos que derramaron su sangre por ella, recordándonos el precio que se pagó por la libertad y la independencia.
Pero Quetzaltenango no es solo historia, es también un crisol de talento y arte. Desde poetas hasta arquitectos, músicos, médicos, maestros, deportistas la ciudad ha sido cuna de grandes figuras que han dejado su huella.
En cada rincón, en cada esquina, la historia de Quetzaltenango vive, eterna y divina por 500 años, Quetzaltenango ha sido el epicentro de innumerables historias que se tejen con esmero. Y con el paso del tiempo, su legado continúa creciendo, inspirando a nuevas generaciones a escribir su propio capítulo en la rica historia de esta ciudad.
En cada nota, en cada verso, en cada melodía, la esencia de Quetzaltenango vibra, guiando a su pueblo hacia un futuro lleno de promesas y posibilidades, porque en Quetzaltenango, la historia nunca se detiene, siempre está en constante evolución, creando nuevas anécdotas en cada calle y rincón de la ciudad.