Una medalla de oro y la bronca que lo cambiará todo: Khelif, reina olímpica del boxeo en París. La argelina, atleta intersexual que fue descalificada por la Federación Internacional de Boxeo, se corona en Roland Garros con torneo en el que pasó por encima de todas sus rivales. Su caso, inmerso en la polémica, abre el debate en el COI.
Pocos sabían quién era Imane Khelif el 26 de julio, día que, oficialmente, comenzaron los Juegos Olímpicos. Dos semanas después, esta boxeadora argelina se ha coronado con la medalla de oro de boxeo en la categoría de -63 kilogramos y su nombre está en boca de todos. En la pelea por la medalla dorada se batió contra Liu Yang, atleta china, y como ha sucedido durante todo el torneo, Khelif arrasó a su rival. La argentina, que llegó a ser acusada de ser transexual, se emocionó en el ring de Roland Garros tras su victoria. El pabellón entero estuvo de su parte.
Días antes de la final, Khelif aseguró ser víctima de una campaña de acoso en una entrevista con SNTV: «[Estos ataques] pueden destruir a las personas, puede matar tus pensamientos, el espíritu y la mente, pido que paren de acosarme». Para un sector de la sociedad, Khelif, atleta intersexual, no debería poder competir con mujeres. Nombres dentro del deporte también se han mostrado preocupados por la situación. «Está boxeando con una mujer y en el boxeo no hay igualdad. No puedes poner a boxear a una mujer con un hombre, eso es imposible. Hasta que no pase algo malo o pase lo peor, que esperemos que no pase, no van a tomar medidas», aseguró el boxeador español. Emmanuel Reyes Pla en una entrevista con Marca.
Khelif es una mujer cisgénero, es decir, nació mujer y se crio como mujer en Argelia, un país musulmán cuya ley castiga a la comunidad LGTBI+. Su musculatura y velocidad de movimientos llamaba la atención, pero lo cierto es que hasta ahora, sus resultados deportivos no eran nada del otro mundo. En los pasados mundiales del 2023, la IBA (Federación Internacional de Boxeo), la descalificó, junto a la también medallista olímpica de China Taipei Lin Yu-ting, por fallar los test genéticos. Según defendió el organismo, los cromosomas de Khelif son XY, propios del hombre.
La IBA así se lo transmitió al Comité Olímpico Internacional, pero estos catalogaron la decisión de «arbitraria» y no reconocieron los resultados. Los organizadores de los JJOO, en guerra con la federación de boxeo por sus vínculos con el gobierno de Rusia de la mano de su presidente, Umar Kremlev, no permitieron a la IBA participar en el sistema olímpico. Se remitió a los derechos humanos de los deportistas y al pasaporte como prueba suficiente para competir.
Todo estalló en el combate de cuartos de final ante Carini, boxeadora italiana. El ambiente venía caldeado por la política, días antes, Matteo Salvini, líder ultraderechista y vicepresidente italiano, aseguró que «la boxeadora trans de Argelia, excluida de los campeonatos mundiales de boxeo, puede participar en los Juegos Olímpicos y se enfrentará a nuestra Ángela Carini. ¡Basta de locuras de ideología woke!». A pesar del comentario del político, en los JJOO de París no ha habido ningún atleta trans.
El combate duró 43 segundos, después de varios golpes consecutivos de Khelif a su rival. Esta última abandonó entre lágrimas sin dar la mano a la argelina, dijo que «nunca» la habían golpeado tan fuerte y que «no era justo». La polémica explotó, hasta ser el tema de conversación de los Juegos Olímpicos. Días después, por cierto, Carini se arrepentiría de sus palabras y de no saludar a Khelif: «Toda esta controversia me entristece. Lo siento por mi oponente también. Si el COI dijo que ella puede pelear, respeto esa decisión».
El Comité lleva años poniéndose de perfil a la hora de valorar el debate de la intersexualidad en el deporte olímpico (de momento, son casos excepcionales), aunque se tiende a englobar con el deporte trans, pese a que sus circunstancias tienen multitud de diferencias. Las federaciones son las que han recibido la obligación de lidiar con estas situaciones, como World Athletics (Federación Internacional de Atletismo), que ‘solucionó’ el caso Semenya Caster creando una norma en contra de la superioridad física de la sudafricana: puso un máximo de testosterona en sangre que la atleta intersexual superaba de forma natural.
La sudafricana, que todavía tiene su caso dando vueltas por los tribunales europeos, inmerso en un debate ético y judicial, comentó hace poco su intención de presentarse a la presidencia de World Athletics para «proteger a todos los atletas y asegurarse de que todos los atletas sean tratados por igual».
El boxeo, como cualquier deporte de contacto, tiene especial sensibilidad en el tema. Así se expresaba Jennifer Fernández, boxeadora española, en una entrevista con este medio: «Lo único puedo decir es que la argelina Imane Khelif vino a entrenarse con nosotras e, incluso haciendo técnica, no era normal cómo pegaba. Lo hace con la fuerza de un hombre. Ninguna chica queríamos ponernos con ella y tuvimos que pedirle a Rafa Lozano que le pusiera como sparrings a chicos».
«Ellas no son culpables de lo sucedido. Nacieron así y han crecido como mujeres. Esto es algo que quiero dejar muy claro porque ha habido mucha confusión y no se merecen muchas de las críticas que están recibiendo», añadió. En definitiva, Khelif es de oro, la bronca es descomunal y el COI está obligado a abrirse a un debate tan politizado como polémico.