Resistiendo con los dientes apretados al Flamengo de las estrellas, Peñarol sacó un 0-0 este jueves en Montevideo y volvió a colocarse en semifinales de la Copa Libertadores, donde deberá vérselas con Botafogo.
Con los uruguayos Giorgian de Arrascaeta y Nicolás de la Cruz manejando los hilos del mediocampo, atacando alternativamente por las dos puntas, a través de Gerson y el ecuatoriano Gonzalo Plata, y con un Bruno Henrique muy movedizo, Flamengo fue claro dominador en todo el primer tiempo.
Bastante más que lo que lo había sido en su propia casa. Y Peñarol se paró en su Campeón del Siglo más atrás que en Río: nunca pudo en esa primera parte recuperar durablemente la pelota ni hilvanar ninguna jugada de ataque. Era el visitante, de todas maneras, quien estaba obligado a ofender.
Lo hizo, pero volvió a encontrar -como en la ida- una muralla en el muy buen arquero aurinegro Washington Aguerre, más que en una defensa que mostró flaquezas cuando era atacada.
El 0-0 con el que se fue el primer tiempo hacia presagiar una segunda parte con un dominio aún más neto de la visita. Así fue.
El DT Tite puso todo en cancha: lanzó a Wesley por el lateral y al goleador Gabriel Barbosa («Gabygol»), ausente en la ida por lesión. El Mengao atacaba y atacaba pero la insistencia no se traducía en la red rival, ni siquiera en jugadas demasiado peligrosas.
A falta del fútbol que había mostrado en Río, Peñarol ponía ganas y fuerza, alentado incesantemente por su fiel hinchada e impulsado por un Damián García que se vestía de caudillo y un Eduardo Darias que funcionó todo el partido como un tractor.
El Manya era claramente superado por el equipo de estrellas que es Flamengo, resignaba la ofensiva pero se abroquelaba bien atrás. El tiempo transcurría. El Campeón del Siglo rugía. Y Aguerre salvaba nuevamente a su arco, impidiendo el gol de Barbosa a los 88.
En el final Flamengo fue una tromba, pero desordenado y carente del alma que al aurinegro le sobraba. El pitazo final del argentino Facundo Tello recompensó al equipo que en definitiva hizo mejor las cosas.
Además de confirmar su paternidad sobre su rival de este jueves (de los cinco partido partidos en los que se enfrentaron por Libertadores Peñarol ganó cuatro. todos por 1-0, y empataron el restante 0-0), el carbonero volvió a colocarse en semifinales de la Copa.
La última vez que lo hizo fue en 2011, cuando también de la mano de Diego Aguirre alcanzó la final, que perdió -por poco- con el Santos de Neymar.
El próximo escollo será otro brasileño, Botafogo, tal vez el mejor equipo de la actual Libertadores. Será otra historia.