La toma de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos promete alterar significativamente las dinámicas de poder y las relaciones internacionales de América Latina. Guatemala, con su compleja interdependencia económica y social con la potencia del norte, no será la excepción. Desde una perspectiva liberal, este cambio de liderazgo en Washington plantea desafíos y oportunidades en áreas clave como la migración, la seguridad y la economía, a la vez que abre preguntas sobre la fortaleza y estabilidad del gobierno de Bernardo Arévalo frente a las políticas de Trump.
Migración: un frente de tensiones renovadas
El tema migratorio será, sin duda, uno de los puntos más críticos de la relación bilateral entre Guatemala y Estados Unidos bajo el liderazgo de Trump. Su primer mandato estuvo marcado por políticas severas, como la separación de familias en la frontera, el fortalecimiento del muro fronterizo y acuerdos bilaterales de «tercer país seguro». Aunque este último fue desmantelado bajo la administración de Joe Biden, el regreso de Trump podría reactivar o reinventar iniciativas similares.
Desde una óptica liberal, estas políticas representan un desafío para los derechos humanos de los migrantes y las capacidades del Estado guatemalteco. Guatemala podría volver a enfrentarse a la presión de aceptar migrantes deportados de Estados Unidos y de ser un destino de asilo, pese a sus limitadas capacidades para atender a estas poblaciones vulnerables.
El gobierno de Arévalo, con su compromiso progresista y su énfasis en los derechos humanos, podría entrar en conflicto con la política migratoria de Trump. Sin embargo, esta también podría ser una oportunidad para que Arévalo negocie una agenda que aborde las causas estructurales de la migración, como la pobreza, la inseguridad y la corrupción, con el apoyo de instituciones estadounidenses. Esto requerirá una diplomacia hábil y una capacidad de negociación que el gobierno guatemalteco deberá demostrar.
Seguridad: entre la cooperación y el choque de prioridades
La seguridad es otro ámbito crucial donde podrían surgir tensiones. Durante su primer mandato, Trump enfatizó la lucha contra el narcotráfico y las pandillas como prioridades en América Latina. Si bien Guatemala ha sido un socio importante en estas áreas, la estrategia de Trump se centró más en enfoques represivos que en abordar las raíces de la violencia y el crimen organizado.
El gobierno de Arévalo, en cambio, ha mostrado interés en reformas que fortalezcan el Estado de derecho y reduzcan la corrupción, un enfoque más integral para combatir la inseguridad. Sin embargo, el endurecimiento de las políticas de Trump podría inclinar el balance hacia una mayor militarización de la seguridad en lugar de reformas sostenibles.
Además, Trump ha demostrado ser menos inclinado a promover esfuerzos multilaterales o de cooperación con organismos internacionales. Esto podría debilitar iniciativas regionales que actualmente cuentan con apoyo de Estados Unidos, como la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), cuya reinstauración ha sido debatida en los círculos políticos guatemaltecos.
Economía: la dependencia y los desafíos del comercio
La economía es otra dimensión fundamental en las relaciones entre ambos países. Guatemala depende significativamente del mercado estadounidense, tanto en exportaciones como en remesas, que representan alrededor del 14% del PIB guatemalteco. Durante su primer mandato, Trump adoptó una postura proteccionista que podría resurgir en su nueva administración.
Desde un enfoque liberal, cualquier medida que limite el comercio, como aranceles o revisiones al Tratado de Libre Comercio entre Centroamérica y Estados Unidos (CAFTA-DR), podría tener efectos negativos en la economía guatemalteca. Esto obligaría al gobierno de Arévalo a diversificar sus socios comerciales, una tarea compleja pero necesaria para reducir su dependencia de Estados Unidos.
Por otro lado, las remesas podrían verse afectadas por una política migratoria más agresiva. Las deportaciones masivas y las restricciones a los migrantes indocumentados podrían reducir el flujo de dinero enviado por los guatemaltecos en Estados Unidos, afectando directamente a millones de familias en Guatemala.
El impacto político en el gobierno de Bernardo Arévalo
La llegada de Trump también podría alterar el panorama político interno en Guatemala. Arévalo, que ha promovido una agenda progresista y reformista, podría verse fortalecido o debilitado dependiendo de cómo maneje la relación con el nuevo gobierno estadounidense.
Por un lado, si Arévalo logra mantener un diálogo productivo y muestra capacidad para negociar acuerdos que beneficien a Guatemala, su gobierno podría ganar legitimidad y apoyo interno. Esto sería especialmente importante en un contexto donde enfrenta resistencia de sectores conservadores y elites tradicionales.
Por otro lado, un Trump más agresivo y unilateral podría debilitar a Arévalo, especialmente si el gobierno guatemalteco es percibido como incapaz de resistir las imposiciones estadounidenses. Además, los sectores opositores podrían aprovechar cualquier tensión en la relación bilateral para cuestionar la capacidad del gobierno de manejar la diplomacia con una potencia mundial.
Desafíos y oportunidades para Guatemala
El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos marca un punto de inflexión en las relaciones bilaterales con Guatemala. La migración, la seguridad y la economía serán los principales frentes donde estas relaciones podrían verse tensas, con implicaciones directas para el gobierno de Bernardo Arévalo.
Desde una perspectiva liberal, estos desafíos no solo representan riesgos, sino también oportunidades para que Guatemala defina una política exterior más independiente y resiliente. La clave estará en la capacidad de Arévalo para equilibrar las demandas de Trump con las necesidades de su propio pueblo, priorizando los derechos humanos, el desarrollo sostenible y la estabilidad democrática.
El fortalecimiento o debilitamiento de su gobierno dependerá, en última instancia, de cómo gestione esta relación estratégica en un contexto de crecientes incertidumbres globales.