En 1891 nació en la ciudad de Quetzaltenango el maestro muralista, Carlos Mérida. El altense llegó a México en 1919, después de una estancia en París. Fue en el hermano país que se abrió camino en las artes.
Al llegar el altense a México, el muralismo mexicano estaba en su máximo apogeo. Diego Rivera, Siqueiros y Orozco, los más grandes exponentes de dicho arte, pintaban paredes y techos con obras que valoraban la Revolución mexicana de 1910.
Es por eso que, en el centenario de su llegada a México, la obra del artista quetzalteco vuelve a la luz, ya que el Museo Nacional de Arte de México le dedicará una gran retrospectiva, abierta hasta el mes de marzo de 2019.
La muestra será la primera dedicada al artista casi 30 años después de la organizada en 1991 en el Palacio de Bellas Artes en la ciudad de México.
La familia de Carlos Mérida, ha creado recientemente una fundación, llamada Fundación Casa Mérida, cuya finalidad principal es difundir la obra del artista altense.
La obra de Mérida es casi desconocida, sin embargo, posee obras extraordinarias y de incalculable valor, tanto en México como en Guatemala.
La obra del quetzalteco se puede apreciar en los murales que decoran el Banco de Guatemala o el Instituo Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) en el centro cívico de la ciudad de Guatemala. Hace unos meses se restauró el mural de “Los Danzantes”, mismo que servía de telón para una sala de cine en México. Sus figuras geométricas de 12 metros de alto se encuentran ahora en el vestíbulo de un rascacielos en la ciudad de México.
La obra del quetzalteco es extraordinaria. Es patrimonio para nuestras próximas generaciones. En Quetzaltenango se le desconoce, además de que se le tiene en el olvido. Mérida es quizás el artista plástico más grande que ha nacido en Quetzaltenango.
