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#Historia | Así actuaba José María Miculax, el primer asesino serial guatemalteco

En 1946, Guatemala se vio sorprendida por el cruel asesinato de un niño originario de San Pedro Sacatepéquez, quien había llegado a la capital para vender leña.

Ese fue el primer crimen de José María Miculax, en ese entonces de 21 años, un asesino serial guatemalteco con trastornos psicológicos y quien murió fusilado.

José María, quien cometía las fechorías con su primo Mariano Macu Miculax, narró que disfrutaba tener relaciones sexuales con los niños y luego asesinarlos.

Su crueldad al cometer los crímenes generó temor en la década de los 40. Años después, las autoridades le atribuyeron al menos 15 asesinatos.

El primer crimen de Miculax fue el 22 de febrero de 1945, y la víctima era un niño quien caminaba, junto a dos mulas, por El Naranjo.

Un día después fue hallado el cadáver sin pantalón, hincado en la arena y contra un paredón, con los brazos amarrados y con una cuerda en el cuello, según cita un informe de la Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos de Centroamérica.

Las autoridades capturaron tres meses después a Miculax, originario de Patizcía, Chimaltenango, quien confesó los crímenes y dijo en que lugares estaban los cuerpos.

Expertos en criminalística indicaron que la manera de operar de Miculax y su hermano eran ubicar a las víctimas cerca de barrancos, los convencían que les darían conejos y luego les colocaban lazos o cables en el cuello, les bajaban el pantalón, los violaban y luego los asesinaban.

Las víctimas, entre muertos y sobrevivientes, eran originarios de Guatemala, Mixco, Santa Catarina Pinula, Antigua Guatemala y San Pedro Sacatepéquez.

La presión social e indignación en la muerte de niños, casos que se volvieron frecuentes, causó que el presidente de ese entonces, Juan José Arévalo, decretara que al capturar al responsable se hiciera un juicio rápido y recibir una pena.

El 17 de julio Miculax salió desde la ahora Torre de Tribunales de la capital y caminó por última vez en la 19 calle, zona 1. Su última petición fue portar un tacuche, un sombrero, una corbata y dos octavos. Luego fue fusilado.

Expertos en Psicología querían evaluar la cabeza de Miculax, por ello, luego del fusilamiento lo decapitaron. Querían establecer si habían razgos en su cerebro de comportamientos de un psicópata.

La cabeza permanecía en el Paraninfo Universitario, pero ahora no hay registros de su ubicación. El gobierno decidió no colocarle una lápida al lugar donde se enterró para evitar que hicieran ritos.

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