Este 20 de octubre se cumplen las ‘Bodas de Diamante’ de la Revolución de 1944 (75 años), hecho que dio inicio a la Primavera Democrática de Guatemala, período en el que jugó un gran papel el quetzalteco Jacobo Árbenz Guzmán, «El soldado del pueblo», quien era Capitán del Ejército a sus 31 años, y con el grado de Coronel, se convirtió a los 37 años en el Presidente más joven de Latinoamérica en 1951.
En esta temporada de los 75 años de la Revolución del 44′ se destaca la figura de Jacobo Árbenz Guzmán, puesto que, en especial, ha tomado notoriedad por el reciente lanzamiento y boom literario de la novela «Tiempos recios» del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, que narra en forma novelada la situación que enfrentó Árbenz con la intervención de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de los EE.UU.; y el traidor golpe de Estado que fuera liderado por Carlos Castillo Armas.
Un punto importante a destacar es que en la presentación del libro de Vargas Llosa, en simultáneo con 20 países y con tirada de 180 mil ejemplares, el Premio Nobel, quien es de la derecha dura, de pensamiento neoliberal o libertario, es que Jacobo Árbenz no representó peligro para implantar el comunismo en Guatemala y Latinoamérica, y que el programa económico arbencista era de corte capitalista moderno y desarrollista.
Vargas Llosa agregó que si la CIA no hubiese derrocado a Árbenz, Fidel Castro no se habría radicalizado en Cuba, pues su programa era socialdemócrata, pero para defenderse de Estados Unidos se allegó a la Unión Soviética y se declaró comunista.
En mi modesta opinión, agrego a lo de Vargas Llosa, que si hubiera concluido de establecerse la revolución económica de Árbenz Guzmán, no habríamos tenido el largo y sangriento Conflicto Armado Interno en Guatemala, pues la conflagración guatemalteca se generó por la falta de oportunidad de acceso a la tierra, empleo, salud, seguridad y participación democrática desde 1954, no por la cacareada invasión atea y comunista a nuestro país.
En paralelo, y salvando las distancias, en esa misma época Costa Rica y Taiwán iniciaron sus procesos de desarrollo con las mismas premisas que Árbenz en Guatemala y los resultados son evidentes.
La historia ha juzgado a Jacobo Árbenz, como él lo pidió en su discurso cuando anunció la renuncia a la presidencia y ahora la misma historia le da honras y glorias al quetzalteco, nuestro ‘soldado del pueblo’, como el mejor Presidente de la historia de Guatemala.