Algunos críticos, curadores, conocedores y simples admiradores del arte, inevitablemente se han sumado a tomar partido por las recientes notas que rodean al mundillo artístico. Resulta que un reconocido artista italiano, ha revolucionado al planeta entero con la venta de una pieza conocida como “Comediante”, la que consta únicamente de un banano y una tira de duct tape (conocida también como cinta americana o cinta tapa ductos) sobre una pared blanca.
Esta dinámica mercadológica parece irrelevante hasta que vemos el costo de esa transacción: unos $120,000.00 (o lo que es su equivalente a unos Q912,000.00). El argumento que maneja su autor, el hiperrealista Maurizio Cattelan, es que esta es una representación de lo que nuestra sociedad eleva al grado de ídolo, una afirmación que resuena absurda entre el costo y la producción estética detrás de un banano pegado en una galería de arte.
La obra de Cattelan se suma a otras producciones similares, tales como un inodoro de oro macizo de 18 quilates, titulado como “América” y que incluso fuera robado recientemente durante su exposición del Palacio de Blenheim (Inglaterra). Su incursión artística ha caído en un diálogo reincidente y monótono que ha perdido sentido. Hablamos, por lo tanto, de arte hamparte un concepto artístico fundamentado en lo carente de sentido y que se reproducen con facilidad y a un precio exorbitante.
Nuestro sesgo racional puede o no entender estas piezas como arte, pero en lo más absurdo de las sociedades entendemos que si el costo de esas bananas fuera a solo unos $5.00, nadie le daría la relevancia que cimenta a la pseudointelecualidad y la sátira que encierran obras como esta, capaces de viralizarse por su alto grado de polémica.
Caso similar fue lo ocurrido en el Palacio de Bellas Artes en México con la obra «La revolución», o mal llamado “Zapata gay”, del artista plástico Fabián Cháirez, quien es capaz de manifestar la idea de la feminización en lo revolucionario y que desató incluso golpes entre detractores y partidarios de su exposición.
El mundillo del arte es solamente un reflejo de nuestra realidad contemporánea, una idea capaz de enardecernos y sensibilizarnos, al final, una mímesis de lo que somos como especie, pero que debemos enfrentar con la mente abierta. Después de todo el arte debe ser para todos y solamente es una interpretación de nuestra humanidad con diversidad de criterios y resistencias, oscilante que debe buscar diálogos entre el mercado, la historia y el mundo que nos rodea, antes que cualquier tipo de fama.