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QUETZALTENANGO
Diario de Los Altos

Tacita de Plata

Los secretos de San Nicolás

La iglesia de San Nicolás de Tolentino, ubicada en la quince avenida de la zona tres altense, posee diversos detalles que la hacen única. Además de su arquitectura neogótica, el interior del templo es toda una obra monumental de arte sacro, patrimonio tangible de los quetzaltecos.

Después del terremoto de 1902, movimiento telúrico que destruyó la ciudad y derrumbó las ermitas coloniales, la parroquia de San Nicolás vivió un éxodo que la llevo al emplazamiento actual.

Fue hasta en 1919 que la actual iglesia inicio con su proceso de construcción, una obra titánica que sería llevada con paciencia, trabajo, esmero y entrega por parte de los devotos de aquella parroquia. En aquel lejano año se colocó la primera piedra acompañada de documentos y reliquias, siendo testigos el padre Amezcua quien era el párroco de San Nicolás, acompañado del sacerdote Boudin de San Juan de Dios y del presbítero Sosa de la parroquia del Espíritu Santo.

La iglesia de San Nicolás se inspiró en la catedral de Winchester, Inglaterra; ya que el sacerdote parroquial solicitó un catálogo de imágenes para inspirar el proyecto en torno a dicha edificación. La construcción fue de un avance lento, los fondos eran recaudados por la Hermandad del Señor Sepultado de San Nicolás, las damas que eran esposas de los directivos de dicha institución en aquella época, colocaban comedores en las ferias locales y en las fiestas del Corpus Cristi.

Durante varios años el avance fue lento, sin embargo, es a finales de la década de 1930 y principios de 1940, que la colonia alemana residente en Quetzaltenango apoya decididamente la construcción de la iglesia. Concluyendo una parte de los trabajos en 1946. Fue el sacerdote Fernando Recinos quien el quinto viernes de cuaresma de aquel año, dio por terminados los trabajos. Iniciando la romería de quinto viernes en torno al Señor Sepultado de San Nicolás.

Al llegar los Salesianos a Quetzaltenango, se pensó en adornar más a la hermosa construcción, siendo el padre Juan Palamini uno de los principales impulsores de diversos proyectos. Con el apoyo incondicional de la Hermandad del Señor Sepultado y con la ayuda cooperativa de diversos grupos parroquiales iniciaron los proyectos que harían única a San Nicolás.

El padre Palamini encabezó los trabajos para la pintura del interior del templo, apoyándose en expertos pintores italianos. La decoración se hizo con base de polvo de oro, además de pinceles extraordinarios que heredaron a Quetzaltenango, pinturas de extraordinaria belleza. Los trabajos realizados en 1959 fueron bendecidos el 28 de junio de aquel año.

De igual forma, en aquel año, 1959, se logró trabajar para la obtención de un órgano monumental de estructura tubular, logrando que el 19 de abril de aquel año, Monseñor Luis Manresa y Formosa bendijera en forma solemne aquel instrumento musical. Aquel día se ofreció un recital a cargo del recordado padre Virgilio Maggioni Doria.

Hablar de San Nicolás es hablar de sus campanas, mismas que han sido escuchadas por los quetzaltecos a lo largo de sus vidas. Las mismas llegaron a la iglesia en 1975, las campanas son armónicas y proceden de Italia. Fueron estrenadas el Domingo de Ramos de 1975. La primera pieza musical que sonaron en las campanas, fue el “Ave María”.

Este quinto viernes de cuaresma, si asiste a la romería, además de orar delante del Señor Sepultado de San Nicolás, tome su tiempo y vea la belleza de la iglesia de San Nicolás, una de las más grandes herencias de nuestros ancestros, personas que trabajaron para el engrandecimiento de Quetzaltenango.

(1990). Cofundador de Diario de Los Altos. Reconocido dos veces por la Universidad Rafael Landivar con el premio Juan Fernando Cifuentes en prosa y Poesía. Autor Pesadillas de un Espantapájaros (Poesía, 2011); Canto Nocturno (Poesía y Cuento, 2018); Cuentos Embargados (2020, Cuento). Profesor en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco Marroquín.

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