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Diario de Los Altos

Tacita de Plata

#Cine | La belleza está allí, en La forma del agua

El mexicano Guillermo Del Toro nos regala una nueva obra cinematográfica, fresca, sublime y con un tinte de intensa y apasionada revolución sexual.

La forma del agua, se ha convertido en este 2018 en la película con más nominaciones para los premios de la Academia de Hollywood, conocidos como los premios Oscar.

La película cuenta con un extraordinario repertorio musical, obra de Alexandre Desplat, quien fue premiado con un Oscar por su música ya en una ocasión con El gran hotel Budapest.

La fotografía es una de las más desarrolladas en la película, el juego de planos y enfoques a lo largo de la historia, nos permite contemplar cada uno de los detalles y colores de una historia, ambientada en los Estados Unidos de Eisenhower.

Se podría decir que La forma del agua, es una oda a la inclusión y a la equidad realizada por Del Toro, pues nos narra la historia de un amor sumamente imposible y marginado.

Elisa Esposito es el principal personaje de la historia; ella es una mujer que quedó muda por un accidente que le deja unas cicatrices en el cuello. Se comunica usando el lenguaje de señas.

Vive sola, al lado de un pintor que es homosexual. Ella es conserje de un laboratorio secreto en Baltimore, pero por su discapacidad es marginada por sus compañeros y sus superiores.

En la historia, Del Toro, nos regala un argumento en donde la libertad, el amor y ante todo, la igualdad son los pendones que se pueden apreciar a lo largo de toda su obra. Ya que por medio de los diferentes personajes, nos relata una historia que nos remarca la importancia del amor, en su más pura expresión.

Guillermo Del Toro explora el romance de cuento de hadas, mostrado en la Bella y la Bestia, pues él decide ir más lejos. Demostrando que la relación entre Elisa y el anfibio pasa a ser sexual.

En toda la película no se observa una escena explicita de sexo, sin embargo el magistral trabajo de Del Toro, logra hacer que el espectador contemple una relación zoofilica entre los protagonistas principales.

Esta revolución del cineasta mexicano, lo reivindica como el más grande director de cine fantástico de la actualidad, ya que sus monstruos son lo más cercano al reflejo mismo de la humanidad.

La forma del agua, se convierte en la alegoría perfecta de la aceptación del amor en sus distintas formas. Levantando consigo el debate de los límites del amor, la equidad.

Para The Ringer, medio especializado en cine, el filme de Del Toro es el conceptualmente más atrevido en mucho tiempo.

“Lo único que la separa de una calificación para mayores de 18 años es la ausencia de la erección de la criatura en pantalla (aunque Elisa la describe con lenguaje de signos)”, escribe Kate Knibbs. “Este extravagante erotismo no ha detenido los aplausos del público y la crítica. Yo les aplaudo por una razón diferente: que una fábula freak sobre el poder del sexo entre especies se haya convertido en algo generalista”.

Quizás sea por esa irreverencia o ese sentido de la igualdad, qué el filme de Del Toro se ha convertido en el favorito de Hollywood en el presente año. Sin lugar a dudas es una película que se debe, contemplar y admirar, con la más amplia apertura de la mente claro está.

(1990). Cofundador de Diario de Los Altos. Reconocido dos veces por la Universidad Rafael Landivar con el premio Juan Fernando Cifuentes en prosa y Poesía. Autor Pesadillas de un Espantapájaros (Poesía, 2011); Canto Nocturno (Poesía y Cuento, 2018); Cuentos Embargados (2020, Cuento). Profesor en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco Marroquín.

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