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QUETZALTENANGO
Diario de Los Altos

Tacita de Plata

La teoría del origen de Luna de Xelajú que hará que tu cabeza explote

El vals Luna de Xelajú es sin lugar a dudas la canción más popular de Guatemala, después del himno nacional, es la canción que más nos representa como nación. Legalmente la autoría de dicha canción es de Francisco Paco Pérez, compositor oriundo de Huehuetenango, quien vivió parte de su vida en la ciudad altense y falleció en un accidente aéreo.

El vals, tiene innumerables versiones, además de representar el sentimiento de un pueblo, dentro del círculo de historiadores altenses, tiene una historia que contar. Una historia oculta que, de ser verdad, estremezca y cambie el curso de la historia artística de nuestro país.

Tanto para los historiadores Francisco Cajas Ovando como para el maestro Jorge Valverde Peña, el autor de la Luna de Xelajú no es Paco Pérez. Es un desconocido autor quetzalteco, que por las penas de la vida, empeño y nunca recupero, las letras y acordes de la popular melodía.

Para Francisco Cajas, el autor de la Luna de Xelajú es un barbero que vivió en la ciudad en los años treinta del siglo pasado. ¿Su nombre?: José Luis Álvarez.

El desconocido quetzalteco tenía como vicio principal el alcohol.  Era barbero y por su libertinaje nunca pudo tener una barbería propia. Era parte de un trio de música, conformado por su persona, Manolo Rosales y Francisco Paco Pérez.

Aquel trio se llamaba “Los Quetzaltecos”.

A Francisco Pérez nadie le niega su talento musical, sobre todo el demostrado en la pieza musical Chichicastenango, mientras a que José Luis Álvarez no se le conoce alguna otra canción.

Según la historia oral, Álvarez no tenía dinero para comprar licor, por lo que empeña Luna de Xelajú con su amigo Francisco Pérez, quien ese momento trabajaba en el juzgado de la ciudad, en donde hoy se ubica el centro cultural Casa No´j.

Al querer recuperar la canción pagando la deuda, Pérez se niega y comienza una pelea física entre Álvarez y él, provocando que Francisco Pérez mandara preso a Álvarez a la penitenciaria de occidente, actual Casa de la Cultura de Occidente.

Por la acción de abogados altenses amigos de Álvarez de aquella época, el joven barbero es puesto en libertad. Entrando en una depresión al haber ingresado a la cárcel, provocando que tomara licor hasta su muerte.

José Luis Álvarez fue sepultado en el terreno de la gremial de barberos de la ciudad, tan solo pocos quetzaltecos conocen el lugar dentro del cementerio general. Al igual que el Santo Grial, la tumba de Álvarez es un misterio, pues no posee lapida en donde conste su sepultura.

La madre de Álvarez muere años después y es el momento, en que según la hipótesis de Cajas Ovando, Francisco Pérez aprovecha para inscribir la canción en las galas nacionales que se realizaban aquel año. Sin embargo no pudo conseguir el primer lugar de las justas.

Con el paso del tiempo, la mística Luna de Xelajú, se convirtió en el himno de los quetzaltecos, además es la canción guatemalteca más famosa de todos los tiempos.

Tanto para comprobar la existencia de Álvarez, como su autoría; queda mucha camino y documentación que investigar y encontrar, mientras tanto, la historia sigue viva en la ciudad, cuando la cuentan los ancianos que vivieron en aquella época.

Legalmente la Luna de Xelajú es de Francisco Pérez, de comprobarse la historia ya contada, se podría entonces reescribir la historia y darle el lugar que se merece a José Luis Álvarez.

Mientras todo esto ocurre, ese hermoso vals, es himno de nuestra ciudad, es el orgullo más importante de Los Altos.

(1990). Cofundador de Diario de Los Altos. Reconocido dos veces por la Universidad Rafael Landivar con el premio Juan Fernando Cifuentes en prosa y Poesía. Autor Pesadillas de un Espantapájaros (Poesía, 2011); Canto Nocturno (Poesía y Cuento, 2018); Cuentos Embargados (2020, Cuento). Profesor en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco Marroquín.

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