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QUETZALTENANGO
Diario de Los Altos

La Catorce

¿Será realmente que somos independientes?

“La grandeza de una patria no se mide por la extensión de su territorio,
sino por la dignidad y honor de sus hijos”.

Francisco Morazán

Ya llegó septiembre, y con él, la algarabía, la fiesta. Todos se ponen tan patriotas como cuando juega la selección de fútbol o se tiene que emigrar a otro país para buscar un mejor futuro. Empieza la carrera de las antorchas en Guatemala o la venta de banderas en todas las esquinas que alguien se pueda imaginar. Se canta a todo pulmón el himno nacional, se habla de la importancia de la historia, de promover lo local, y después… ¿Qué pasa después? Se pasan llevando entre las llantas de un tractor buena parte del vestigio arqueológico para saciar la voracidad humana, como ocurrió cuando se construyó la colonia Madreselva en El Salvador, donde encontraron yacimientos de los nahuas, y aun así se edificó. O, recientemente, la construcción de un condominio en donde los pipiles pelearon hasta la muerte en contra de la invasión española en Tacuscalco, por mencionar algunos hechos demás conocidos para uno de los dedos de esta gran mano llamada Centroamérica.

¿Realmente somos independientes? Si recuerdo bien en la historia, luego de la “independencia” y la separación con México, El Salvador quiso convertirse en un Estado más de Estados Unidos. La Federación Centroamericana era fuerte junta. Cada Estado Federado hacía todo para mantener a flote la soberanía integral. Pero siempre hay, en los grupos, más de un individuo o agrupaciones que buscan su beneficio propio.

Pero, en lugar de ver lo negativo, porque bien se sabe, que esta independencia fue declarada por los criollos y la élite de la época que querían tener el beneficio para ellos y no rendirle cuentas a la Corona Española. Pero, observando imágenes sobre la firma del acta de independencia, en el Palacio Real en el Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala, observamos imágenes de la gente de la nobleza española y criolla. El término “pueblo” para los gobernantes, excluía a los otros grupos de nativos, mestizos, ladinos y afro descendientes, así como fue tomado por la antigua Grecia y su sistema democrático.

Centroamérica luchó durante el primer siglo por mantenerse unida. Pero los intentos por la reconciliación y la reunión fueron fallidos. Sin embargo, si hablamos de los avances en este bicentenario, se puede hablar más en el ámbito del arte y educación.

Veamos si la máxima de Morazán es cierta. Al hablar de personajes relevantes en este bicentenario, en Guatemala tenemos a José Milla y Vidaurre, el premio Nobel de Literatura Miguel Ángel Asturias, Augusto Monterroso, Paco Pérez, Domingo Bethancourt, Humberto Ak’Abal, Rafael Carrera, Juan José Arévalo, Carlos Mérida, Jacobo Árbenz, Luz Méndez de la Vega, Arturo Arita, Rafael Arévalo Martínez y el epígrafe Antonio Cuxil, solo por citar a algunos.

El Salvador cuenta con una gama enorme de intelectuales: Claudia Lars, Alberto Masferrer, Salarrué, Francisco Gavidia el gran humanista e iniciador de la literatura salvadoreña, Alfredo Espino, Serafín Quiteño, Escobar Velado, Manlio Argueta, Hugo Lindo, Ricardo Lindo, David Escobar Galindo, Roque Dalton, Roberto el Pichón Cea, Alice Lardé de Venturino, Mercedes Durand, Claribel Alegría, Jacinta Escudos, pintores como César Menéndez, Salarrué también fue pintor, Zellie Lardé, su esposa y su hija Maya Salarrué, Camilo Minero, Noé Canjura, Julia Díaz, Fernando Llort, Carlos Cañas, Rosa Mena Valenzuela, Antonio Bonilla, Wenceslao Cisneros, Toño Salazar, Claudia Zeledón, Mauricio Jiménez Larios, Pancho Lara, David Granadino, María de Barata, la señora Prudencia Ayala, o la rosa del Principito Consuelo Suncín, el cineasta Alejandro Cotto, entre otros.

Honduras cuenta con un legado histórico y cultural magistral. En este país surgieron algunos personajes que se conocen como próceres de la independencia: José Cecilio Del Valle, Francisco Morazán la dama de las letras hondureñas Lucila Gamero de Medina, el periodista Ramón Amaya Amador, el escritor Alfonso Guillén Zelaya, el poeta Froylan Turcios y el gemelo de Rubén Darío, Juan Ramón Molina, el artista José Antonio Velásquez, o la música de Lidia Handal.

Nicaragua cuenta con diversos personajes que fueron parte de su historia. Algunos son dentro de la historia oscura durante las dictaduras como el legado de Anastacio Somoza García y Somoza Debayle, el príncipe de las letras hispanas, Rubén Darío, Augusto Sandino, el poeta y sacerdote Ernesto Cardenal, la maestra Gioconda Belli, Tony Meléndez, el salsero Luis Enrique, la actriz Bárbara Carrera, por mencionar algunos, además de los poetas que hay en la actualidad: Geoconda Delgadillo, Eunice Lacayo o el dueto musical guardabarranco.

Costa Rica cuenta con el abogado y maestro Mauro Fernández Acuña quien aprobó la Ley General de Educación con orientación científica y práctica, el ex presidente Alfredo González Ferrer quien fuera revolucionario en su visión de país, el dos veces presidente José Figueres Ferrer, la escritora y maestra María Isabel Carvajal, al prolífico político Ricardo Jiménez Oreamuno, los escritores Víctor Hugo Fernández, Guillermo Fernández, Marianela Tortós Albán, Guillermo Acuña González, Cristian Marcelo, entre otros destacados, como pintores, historiadores y científicos que se podrían mencionar.

Siguiendo el legado de cada uno de los personajes —tanto los mencionados como sin mencionar— un referente para el istmo, porque de alguna manera, han aportado mucho más a nuestros países en estos doscientos años, y nos podemos declarar realmente independientes. Solo basta con ver qué tenemos ahora para ser cada vez mejores y avanzar. Todos, ladinos, mestizos, nativos, afrodescendientes, hispanos descendientes, unidos como soñó Marroquín en el siglo XVI con Guatemala. Siguiendo hacia adelante según su trazo en el mapa. Para encontrar así la insignia que revelará el destino de cada uno de nosotros, pero si vemos hacia afuera, solo seremos esclavos de otros. Como decía el padre del Modernismo literario, Rubén Darío: «Cuando la patria es pequeña, uno grande la sueña».


Colaboración de Claudia Figueroa Oberlín: Escritora nacida en El Salvador, hija de padres guatemaltecos. Licenciada en Ciencias de la Educación por la Universidad Francisco Gavidia. Es columnista y periodista cultural, artista polifacética y autora de obras como “Despertares”, “Tras las huellas del amanecer” y “La isla sagrada”, entre otros.

 

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