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QUETZALTENANGO
Diario de Los Altos

Altiplano

El Liceo se niega a morir

Han pasado ya varios años desde que una asociación de exalumnos rescató al emblemático colegio Liceo Guatemala. El establecimiento se separó de la orden salesiana que se quedó administrando la parroquia de San Nicolás de Tolentino y la Universidad Mesoamericana.

Lejos quedaron los años en que el padre Ángel Roncero vendía la idea de una “nuevo Liceo” en unos terrenos que los salesianos habían adquirido en la avenida Las Américas. El proyecto se mostraba ambicioso y proyectaba convertir al colegio en el mejor de Quetzaltenango.

Para las fiestas patrias era un atractivo de la ciudad el observar las largas filas de alumnos liceístas desfilando por las calles de la urbe. La gallardía y la disciplina de los alumnos al marchar marcaba una diferencia con otros establecimientos.

Legendarias son las rivalidades contra el Instituto Normal para Varones de Occidente (INVO), en lo deportivo y en lo intelectual, marcaron una época en lo escolar quetzalteco en los años setentas y ochentas que nunca más volverán.

Desde que la asociación tomó las riendas del colegio ha estado en dos lugares distintos y ha luchado para mantener y acrecentar su población estudiantil. Incluso ha sobrevivido los embates de la pandemia que causo estragos económicos.

¿El secreto? Sin lugar a dudas la identidad de los exalumnos que han tomado el reto de mantener vivo su colegio, de mantener viva una parte del alma de Quetzaltenango, tratando de brindar una educación de calidad y salvaguardando el carisma salesiano.

En el presente año, a lo largo de distintas actividades se han podido apreciar a los caballeros alumnos del Liceo Guatemala, portando sus uniformes de gala y acuerpando actos de la Municipalidad de Quetzaltenango o los diversos desfiles.

Los vecinos de la catorce avenida “A” de la zona 3 altense, han escuchado a lo largo de estas semanas previas a las fiestas patrias, los ensayos de la mítica “Banda de Guerra”, la única banda escolar en Quetzaltenango que defiende ese título y que lo luce con orgullo por las calles altenses.

El catorce de septiembre es especial para el exalumno liceísta, ya que es la noche en que se encuentran con su promoción, se rememoran viejas anécdotas y se viaja en el tiempo mientras los bombos rompen el silencio de las calles.

A pesar de todo lo que ha sucedido en la ciudad, los cambios constantes y el abandono de algunos, el Liceo se niega a morir y sigue luchando para seguir marcando historia en la ciudad de Quetzaltenango.

(1990). Cofundador de Diario de Los Altos. Reconocido dos veces por la Universidad Rafael Landivar con el premio Juan Fernando Cifuentes en prosa y Poesía. Autor Pesadillas de un Espantapájaros (Poesía, 2011); Canto Nocturno (Poesía y Cuento, 2018); Cuentos Embargados (2020, Cuento). Profesor en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco Marroquín.

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