La economía de Estados Unidos, contabiliza 10 meses sin crecer, 6 meses con recesión y 12 meses con una inflación arriba del 5%, debilitando cada día más a la economía más importante del hemisferio occidental.
Todos los pronósticos y previsiones de mercado sugieren que la recesión se convertirá más profunda, esto debido a una caída del 0.6% de la actividad económica comparada con octubre del 2021.
La economía de Estados Unidos no logra crecer desde octubre del año 2021, esto tras haber registrado la caída consecutiva de dos trimestres sobre el PBI de referencia. Al pasar esto, Estados Unidos entró en recesión formal, aunque la Casa Blanca de Biden lo niega enfáticamente.
IHS Markit, indica que la actividad económica estadounidense sostuvo una caída del 0.58% hasta agosto de este año, aún con el supuesto implícito crecimiento en torno al 1.4% para el tercer trimestre del año, la actividad proyectada de agosto cayó un 0.3%.
En agosto la tasa del desempleo aumento al 3.7% mientras que la Reserva Federal aumentó la tasa efectiva de bonos a corto plazo hasta el 2.33% nominal anual, la cifra más elevada desde el año 2019, previo a la pandemia.
Cada vez más indicadores de alta frecuencia sugieren la profundización de la recesión, muy por el contrario de las enérgicas negaciones de la administración de Joe Biden y los funcionarios demócratas en la Casa Blanca. Los estímulos fiscales aprobados por el presidente Joe Biden en marzo de 2021 no garantizaron que la economía recuperara la tendencia de crecimiento que tenía antes de la pandemia.
La brutal expansión monetaria que significó la entrega de cheques directos a familias, obligó a que el nivel de precios debiera ajustarse al alza para compensar el desequilibrio entre la deuda pública del Gobierno federal y el valor presente de los ahorros generados por el Estado para poder pagarla.
Para 2022, se llega a una situación en la cual los estímulos fiscales no solo no recuperaron la tendencia de crecimiento y generaron inflación, sino que se entra en un peligroso escenario de estanflación. Las políticas de Biden significaron muchos costos, pero escasos beneficios.
