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Experiencias cercanas a la muerte

Algunas personas que han estado al borde de la muerte aseguran que han visto una luz al final de un túnel, han tenido una experiencia extracorporal o han percibido las cosas de forma diferente. Existe una explicación científica para estos fenómenos porque también suceden en pacientes con ciertas enfermedades neurológicas.

Las experiencias cercanas a la muerte designan un conjunto de fenómenos que narran algunas personas que han estado a punto de morir o en una situación muy crítica. Hay constancia de ellas en diferentes épocas históricas y en culturas muy diversas, pero el alto grado de subjetividad que las rodea dificulta su estudio científico. Aun así, los neurólogos han atado cabos y disponen de una explicación plausible para las apreciaciones más comunes de quienes han estado al borde de perder la vida; sobre todo, la visión de la luz al final del túnel, las sensaciones extracorpóreas y las alucinaciones.

Es tentador especular sobre la posibilidad de que estas percepciones sirvan para probar que hay vida después de la muerte, pero el propio Raymond Moody, el psiquiatra estadounidense que se hizo famoso en los años 70 por recopilar en su libro Vida después de la Vida las vivencias de numerosas personas con experiencias cercanas a la muerte, ha reconocido que sus investigaciones no aportan ninguna prueba irrefutable de que haya otra forma de existencia. Otra cosa es lo que él se incline a creer…

El neurólogo Carlos Tejero Juste, del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza y secretario del Grupo de Estudio de Neuroimagen de la Sociedad Española de Neurología (SEN), asegura en declaraciones  la mayoría de las experiencias que describen los pacientes que han estado a punto de morir tienen una explicación racional que se relaciona con alteraciones cerebrales: “Algunas son muy frecuentes y otras más extrañas, pero casi todas las podemos encontrar en enfermedades neurológicas”. Por lo tanto, se puede concluir que en determinadas situaciones críticas, como una parada cardiaca, se producen fenómenos similares a los que acontecen en ciertas patologías del cerebro.

“Los neurólogos llevamos tiempo investigando por qué estas alteraciones ocurren en pacientes que tienen experiencias cercanas a la muerte”, señala el experto. Pero el análisis debe ser muy cauteloso por la gran variabilidad que se aprecia en las narraciones de los afectados y las diversas situaciones que atraviesan. Así, no se puede considerar de la misma forma el relato de una persona que ha estado a punto de caerse de un edificio y ha pensado que se moría y el de otra que ha experimentado un episodio de muerte súbita. Al sujeto del segundo supuesto han tenido que reanimarlo porque su corazón ha estado parado durante un tiempo, con las consecuencias que lleva aparejadas.

Pero incluso tras una parada cardiaca las versiones de los pacientes pueden ser muy distintas. “Las cosas que nos cuentan pueden estar sujetas a influencias de la cultura o situaciones externas que pueden hacer que la información que nos proporcionan sea cuestionable”, señala el neurólogo. En cambio, considera que los niños, al no estar tan condicionados desde el punto de vista cultural, “ofrecen un relato bastante fiable”.

A pesar de los posibles sesgos debidos al contexto en el que se producen las experiencias cercanas a la muerte, la comparación con los síntomas de los pacientes con alteraciones neurológicas debidas a distintas enfermedades permite una aproximación científica bastante certera.

Visión de una luz al final del túnel
¿Existe alguna explicación para la visión de un túnel con una luz al final que aseguran haber visto algunas personas que han estado al borde de la muerte? Las alteraciones que se producen en una región específica del cerebro producen esa percepción similar a mirar a través del cañón de una escopeta, de modo que la visión lateral se oscurece y solo se ve iluminado el fondo. Así lo explica Tejero: “Los neurólogos vemos casos de personas en las que la corteza occipital del cerebro está con un bajo aporte de circulación sanguínea. Estos individuos tienen una sensación de estrechamiento del campo visual”.

También se puede deber a alteraciones en la retina, que según el especialista “está preparada para que la zona de la visión central, que es la que más útil nos resulta, sea la mejor vascularizada en todo momento”. Por eso, cuando se produce una isquemia o falta de suministro de sangre en la retina por distintos motivos, lo último que se pierde son las células del centro.

Conviene precisar que la corteza occipital es responsable del procesamiento de los estímulos visuales. Dentro de esta región, apunta el neurólogo, “la visión central también ocupa un espacio más grande que la visión periférica”. De hecho, se ha comprobado que se pueden producir alteraciones de la corteza cerebral responsable de la visión periférica que mantienen la visión central y esta sensación también puede equipararse a la visión de una luz al final del túnel. Y así se ha constatado en personas con traumatismos occipitales, ictus, migraña o epilepsia, entre otras enfermedades.

Percepción extracorpórea

La experiencia extracorpórea es la sensación de estar flotando en el aire proyectado fuera del cuerpo, o bien de hallarse simplemente fuera del propio cuerpo. La explicación a este fenómeno reside en las alteraciones de otra región del cerebro: la corteza del lóbulo parietal. Se trata de una zona que se encarga de situarnos permanentemente. Entre otras cosas, “nos indica si estamos sentados o de pie y cuál es la posición de nuestro cuerpo en el espacio”, resume Tejero.

Algunos pacientes con epilepsia, migraña o lesiones en el lóbulo parietal experimentan en ocasiones la sensación de que su cuerpo no les pertenece y están fuera de él. Y también quienes han vivido experiencias cercanas a la muerte. “Pero no se trata de que se vean a sí mismos en la cama del hospital; eso no tiene explicación”, puntualiza el representante de la Sociedad Española de Neurología.

Alucinaciones y otros fenómenos visuales

La sensación de ver las cosas de forma diferente, en muchas ocasiones deformadas, así como las alucinaciones que refieren algunas personas que han estado a punto de morir también tiene un reflejo en otras alteraciones del cerebro que no tienen por qué relacionarse con un riesgo vital. En este caso, el responsable también es el lóbulo occipital y quienes experimentan estos fenómenos pueden haber sufrido lesiones en esa zona del cerebro por un ictus o padecer migraña, entre otros posibles orígenes. Para designar esos casos se acuñó el término de síndrome de Alicia en el País de las Maravillas porque sucede lo mismo que en la célebre novela: de repente, la persona afectada ve que los objetos se hacen grandes y tiene la sensación de que es ella la que se está haciendo pequeña; o bien al revés, y percibe que las cosas se hacen grandes. Este síndrome también se asocia a la visión de los objetos deformados, entre otros síntomas. “Se cree que lo que describía el escritor Lewis Carroll era un fenómeno le pasaba a él, probablemente porque tenía una migraña del lóbulo occipital”, señala Tejero

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