Los años noventa del siglo pasado marcaron la transición cultural, social e histórica de nuestro país, del conflicto armado interno a los llamados tiempos de paz.
La cantante Selena tenía un año de fallecida y sus canciones seguían sonando en las radios nacionales. Guatemala contaba con un presidente nuevo, electo democráticamente, Álvaro Arzú.
Sin embargo, aquel año de 1996 marcaría el resurgimiento del Xelajú Mario Camposeco, el inicio de la era moderna del club, pues contaba con un entrenador experimentado, el maestro Marvin Rodríguez.
Xelajú clasificó a la octogonal final por el título en el sexto lugar y al inicio de la misma demostró más dudas que certezas. Todo parecía indicar qué sería un torneo más para la institución.
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Sin embargo, los dirigidos por Marvin Rodríguez taparon bocas y escalaron paso a paso al primer lugar de la octogonal para forzar una llave final contra el ganador de la fase de clasificación: Comunicaciones de la ciudad de Guatemala.
Mientras el equipo demostraba en la cancha su buen funcionamiento, la afición empezaba a creer en el mismo. Fue entonces cuando inició a sonar en las radios una canción que se convertiría en el emblema para aquella plantilla y afición.
Del grupo mexicano Los Pedernales las radios tocaban La del moño colorado, misma que se escuchaba en las transmisiones de radio de la ciudad e incluso en las transmisiones del nobel canal 4 de Cable DX.
Aquella canción se fue convirtió en el himno de la Tercera Luna, que se conquistaría con el golazo imparable del hondureño Mariano Crisanto Meléndez, silenciando a todo el estadio de La Pedrera.
De aquel 1996 que nos dejó la firma de la paz, la visita del Papa Juan Pablo II a Guatemala, para Xela fue especial, pues aquel equipo humilde y lleno de coraje y voluntad, al son de La del moño colorado conquistó la inmortalidad en el corazón de los quetzaltecos.
La mayoría de los jugadores que han quedado campeones en Xelajú lo repiten, quedar campeón con este equipo es distinto, pues de alcanza la eternidad en los corazones del pueblo que se desvive por los colores azul, rojo y blanco de nuestra bandera.
¿A quién no se le eriza la piel con recordar aquella mañana de junio 2? Recordar el vuelo del helicóptero de sobre La Pedrera que llevaba al superchivo” y al famoso brujo.
La Tercera Luna, conquistada en los noventa, nos recuerda a la música, a la Quetzaltenango que se nos fue con el tiempo, la Xela pequeña que apenas llegaba a la colonia Los Cerezos. Sin los grandes centros comerciales, sin los problemas actuales.
Tan solo Quetzaltenango, la ciudad que siempre ha sido, es y será el orgullo de la región de Los Altos. ¿A quién no se le eriza la piel de pensar qué el domingo podemos volver a ser campeones?
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