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Tacita de Plata

La leyenda de la mujer que se aparecen en Villa Lesbia

En la catorce avenida, entre la quinta y sexta calle de la zona 3, se encuentra una peculiar edificación, una construcción que data de 1909 y significó una ofrenda de amor: Villa Lesbia.

Durante los primeros años del siglo XX, Quetzaltenango, al igual que muchos lugares de la república, fueron hogar de diversas familias alemanas, mismas que en unas zonas producían cardamomo y en nuestro occidente, plantaban café.

Hugo Fleishman, fue un cónsul alemán residente en la ciudad de Quetzaltenango, además de ser productor de café en la región. En 1909 construyó Villa Lesbia, como un regalo de amor para Lesbia Cristiani Armendáriz. La pareja formó una nueva familia, pues Armendáriz había enviudado. Aquella familia tenía 7 hijos.

La casa se distribuye en dos niveles, sumando entre ambos, 40 habitaciones, cuenta además con un sótano y dos cuartos fríos. Durante unos años el techo de la construcción estuvo decorado con frescos de querubines, bacos, venus y cupidos.

El tiempo pasó y fue en la época de Ubico, en el marco de la segunda guerra en que se da la expulsión de los alemanes del país. Provocando la confiscación de todos sus bienes.

En la década de los ochenta y principios de los noventa, funcionó en Villa Lesbia el colegio católico San Pablo. Los relatos que se narrarán a continuación son originarios de aquella época, pues la casa pasó a formar parte de las propiedades de la Arquidiócesis de Los Altos, hasta la apertura de uno de los mejores restaurantes del país.

Era común escuchar entre el alumnado y el claustro de catedráticos en aquellos años, la historia de la torreta que se ubica en la esquina sur de la casa.  Misma que posee unas ventanas amplias y, por ende, brinda la facilidad de observar al interior de aquella estancia.

Mencionan los relatos qué en aquellas ventanas se dejaba ver una figura femenina, con ropa de principios de siglo XX, misma que aparecía y era una especie de mal augurio para aquellos que la miraban. Varios relatos afirmaban que los testigos de aquella aparición, sufrían unos ciertos percances después.

Los conserjes del colegio mencionaban también, que, en la escalinata principal de la casa, misma que se observa al ingresar al hoy restaurante, aparecía por las tardes la figura de una mujer subiendo o bajando las gradas, con vestiduras similares a la de la aparición de la torreta.

Según los relatos, la mujer de la torreta era una hija de Fleishman que se había quitado al lanzarse de aquella ventana, por un amor no correspondido, por lo que su alma se encontraba penando en aquella estancia.

Respecto a los relatos de la mujer de las escaleras, mencionaban que había sido una mujer que había muerto al caer por las escaleras, dejando su espíritu plasmado en aquellas escaleras.

Era común escuchar también, los relatos de sonidos inexplicables en cualquiera de las estancias de la construcción, inclusive en los pasillos se hablaba de sombras y figuras que deambulaban por ellos.

Hoy en día, Villa Lesbia es un restaurante museo, con una cocina extraordinaria y un relicario que resguarda una pieza histórica muy importante de la ciudad de Quetzaltenango, pues es fruto de la opulencia y el auge económico de principios del siglo XX.

Tanto la construcción, como el restaurante Tertulianos, que funciona ahí, por su historia, sus leyendas, su comida, son orgullo y un legado invaluable para Los Altos.  

(1990). Cofundador de Diario de Los Altos. Reconocido dos veces por la Universidad Rafael Landivar con el premio Juan Fernando Cifuentes en prosa y Poesía. Autor Pesadillas de un Espantapájaros (Poesía, 2011); Canto Nocturno (Poesía y Cuento, 2018); Cuentos Embargados (2020, Cuento). Profesor en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco Marroquín.

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