El gobierno de Morales no se pronunció por los niños migrantes que murieron recientemente. No se pronunció cuando a 56 niñas se les arrebató la vida de forma cruel. Retrasó la ayuda internacional cuando ocurrió la tragedia del volcán. Sin embargo, ha hecho cuanto ha estado en sus manos para sacar la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) del país.
Y ahora dispara, desesperado, esperando finalmente dar un tiro certero que acabe con la Comisión.
Movilizó más de 100 agentes de la Policía Nacional Civil (incluso en vehículos sin placas) hacia el Aeropuerto La Aurora para, ¿detener a un investigador?, ¿detener una manifestación ciudadana? Ilegalmente, desconoció el acuerdo que da vida a la CICIG. Ignoró la separación de poderes al no acatar lo ordenado por la Corte de Constitucionalidad (CC). Accionó contra los magistrados. Amenazó, a funcionarios, instituciones, organizaciones y personas individuales.
¿Cuál será su próximo paso? Hasta el momento ha sido lograr que la Corte Suprema de Justicia (CSJ) dé trámite a una denuncia presentada contra los magistrados de la CC que no permitieron su capricho. Algo que deberá definirse en el Congreso y que, además, demostrará quiénes son los diputados que buscan blindarse de cualquier investigación en su contra al apoyar las decisiones de un Morales que cada vez parece más acorralado.
Y es que Morales está acorralado. Tiene miedo. Eso lo demuestran sus acciones, el tono rabioso en su voz cuando da un discurso, y la forma en que lo enfatiza con sus movimientos corporales.
A pesar de sus fallas, la CICIG ha sido la única institución, que además de no representar ni un centavo de gasto para Guatemala, se ha dedicado a debilitar la corrupción más enraizada al poder. De allí que el presidente y un grupo de políticos y empresarios, atemorizados de perder sus privilegios, estén dispuestos a impulsar un retroceso (incluso económico) en el país, con tal de expulsarla.
Y es que al mejor estilo de Maduro y Ortega (dictadura por la que ha guardado silencio), el presidente cree que es la ley. Se supone que una democracia se respalda en la división de poderes, sin embargo, él ha insistido en que su investidura es superior; Morales en serio cree que el mandatario del país no debe responder a la Constitución.
Estamos a un paso de una dictadura. A un paso de la represión militar: el debilitamiento adrede de la Policía Nacional Civil no es casualidad. A un paso de perder nuestras garantís individuales, nuestra libertad.
Esto no se trata de un asunto ideológico. Tampoco de estar a favor o en contra de la CICIG. Se trata de defender la poca democracia que nos queda y que un dictador solapado, respaldado por un Congreso corrupto (el más corrupto de la historia), intenta arrebatarnos a toda costa.
No dejemos que Guatemala vuelva a la época en que el gobierno era su peor enemigo.