Mi padre ere un hombre robusto y alto, ni moreno ni blanco “mestizo” digamos, con un título universitario en temas de administración de empresas, se autodenominaba cristiano evangélico, aunque en algún momento tempranero de la vida consideró que la iglesia era una pérdida de tiempo, pensaba que Evo Morales era un bicho raro y que los indígenas eran ignorantes por ser eso, indígenas; negando los procesos históricos con mucha facilidad.
Pero no me mal entiendan, mi padre era un buen hombre, amoroso y dedicado, honrado ya que jamás escuché a nadie reclamarle un centavo, mientras que otros que le debían le agachaban la cabeza. No se metía en problemas, más de alguna vez rechazó un puesto político que mi padrino, diputado por muchos años le ofreció, en otras palabras mi padre era una media de ejemplo de la clase media guatemalteca.
Él en su infinita sabiduría de clase trabajadora cuando decidí ser “Gestor Cultural” y no abogado o arquitecto, después de presionarme un tiempo y de exigirme terminó resignándose. A partir de ese momento me empezó a llamar, cariñosamente, VAGO. Siempre tuve una buena relación con él, debatíamos constantemente sobre todo tipo de temas.
Él en su momento, como era de esperarse, en su posición apoyó al partido Patriota, las veces que perdió y cuando llegó al poder el infame generalucho que si el Pacto de Corruptos no se sale con la suya debería de terminar su vida preso.
En esas discusiones siempre le argumentaba que los patriotas estaban llenos de militares de la peor estirpe, la única que hay en el Ejército. Que no era buena idea ponerlos en el poder, lo sabía no porque los conociera de antemano o que recordara cuando gobernaron, le debatía, porque me interesaba informarme, leía, dialogaba con gente intelectual que lo estudiaba y lo entendieron antes, por suerte en la vida y un poco de curiosidad he conocido intensos intelectuales en libros e incluso en persona, ventaja de haber escogido la gestión cultural como camino, un camino lleno de gente interesante.
De esta manera me fui enterando mientras aparecieron medios digitales que empezaron a llenar el vació que tradicionales provocaban con sus malas relaciones comerciales, se empezaron a ver artículos, investigaciones y noticias, cuyo contenido estaba sustentado en el trabajo de intelectuales, y en donde señalaban a los politiqueros, y cómo estos funcionaban para ostentar el poder bajo intereses particulares, y como buen vago tenía tiempo para aprender y entender la situación lo mejor posible, esa es la ventaja del “vagar” no dejar de aprender, no dejar que la vida se lo trague a uno en automático.
Claro no le estoy dando gusto a los que solo ven gente sin oficio, afortunadamente no todos los trabajos requieren estar sentados en un escritorio todo el día o hacer horas en el tráfico para llegar a penas con el tiempo para no recibir una llamada de atención. Hay trabajos que construyen civilizaciones, lo simbólico, lo artístico, lo científico y lo tecnológico no dependen de horarios si no de oportunidades creativas, de hecho la gente que asegura que no tiene tiempo para crear y pensar, es la gente que normalmente cae presa de la politiquería, es natural ya que no tienen espacio para hacerla de vagos.
Volviendo a la relación con mi viejo sus últimos años la hizo de jubilado, tenía tiempo para pensar pero creo que ya no tenía ganas, la vida es implacable y el sistema mediocre en el que vivimos requiere que nos cansemos, que en algún momento dejemos de pensar o mejor aún que nunca empecemos. Recordemos la frase que se le atribuye al ministro de propaganda de Hitler: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. El genio de la propaganda fascista, Joseph Goebbels, estaría orgulloso del incansable esfuerzo de los netcenter del Pacto de Corruptos.
Guatemala ya no es la misma que al inicio del gobierno de los partrioteros, de alguna manera se ha ganado en conciencia y en indignación, pero para nada es una lucha triunfante, se viene la envestida del pacto con sus mejores cabras a la cabeza, lo que haya que gastar y a quien haya que reclutar para convencernos de no pensar de ir directo de nuevo al matadero, de convertir a los buenos hombres como mi viejo en apoyos silenciosos para su mala causa.
Ya no podemos conformarnos con quedarnos expectantes y sin accionar, pero antes debemos tomarnos un tiempo para hacerla de vagos, de esa vagancia vendrán conocimientos y análisis intelectuales, porque todo con el tiempo bien usado es un intelectual en potencia, y de esa manera será más difícil que los politiqueros nos vean la cara, y con eso mejor si temprano porque ya es tarde, el pacto de corruptos se va a debilitar, podremos reconocer y rescatar nuestras instituciones, acto necesario y paso anterior a la transformación profunda del país.
Así que como un tributo a mi padre, al que le debo de sus muchas virtudes una fuerte influencia en las pocas que yo pueda tener, y a sus contradicciones mis mayores ganas de reflexionar, pensando que lo aprendido en dos generaciones no será desperdicio y que las generaciones de nuestros hijos lo van hacer mejor que nosotros, les dejo a modo de opinión este consejo: hay que ser lo suficientemente vago para llegar a lo nimiamente intelectual y fastidiar la politiquería para y por siempre.