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La Catorce

Girasoles, florecen y sienten la vida

Hace unos años, tal vez cuando estaba aún en el colegio, me robé unas semillas de girasol, del lorito que teníamos en ese entonces (que en paz descanse Roberto).

Pensé ¿Por qué no regarlos en el jardín?, me recuerdo muy bien de ese diciembre. Mi casa estaba invadida de girasoles, de todos tamaños.

Incluso cuando comenzaron a brotar tuve que improvisar un espantapájaros con bolsas plásticas, porque los bandidos pajaritos confundían con gusanitos a los pequeños brotes. 

Hace poco visité un campo de girasoles en Esquipulas, con ganas estoy de sembrar nuevamente en mi jardín. Me gusta mucho los girasoles, porque siempre buscan el sol, porque desde que nacen saben que deben conectarse con ese ser de LUZ.

Los girasoles no compiten y la mayoría creo que desconoce su propia belleza. Para los girasoles no hay pretensiones. Solo florecen y sienten la vida. Son los más generosos, luego de florecer regalan más semillas llenas de muchos nutrientes. 

Nos entregan sus colores, sus ritmos y su esencia. Lo que más me sorprende es su sencillez, su nobleza. Una vez leí que se utilizaron girasoles para limpiar terrenos dañados por la planta nuclear de Chernóbil. 

Así es, absorben todo lo malo y limpian. Estoy segura que en cada uno hay pequeños de girasoles, solo dejemos que entre luz y los rayos dorados de cada día. Cada vez que te topes con un girasol, sonríe y recuerda lo maravilloso que pueden ser en cualquier momento y en cualquier lugar. 

…. Florece tu vida… 

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