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Tacita de Plata

El arte de resistir, una bienal distinta

Las bienales de arte suelen verse como un movimiento elitista o una idealización de querer demostrar que existe un gusto refinado (y aburguesado) de un sector predominante. No es el caso de la nota de hoy, resulta que existen agradables excepciones a la regla, pues la norma, después de todo, existe para romperse, o bien, resistirse. Conozcamos a La Bienal en Resistencia.

La Bienal en Resistencia es una contradicción en sí misma”, esta es la premisa con la que se introduce a este gran evento artístico, incluso durante las presentaciones que han realizado los integrantes del equipo organizador. El proyecto ha iniciado y se ha dado a conocer en Ciudad de Guatemala, Comalapa y Quetzaltenango, además a través de redes sociales como Facebook e Instagram, propiciando así una movilidad de espacios y diálogos en el país.

Constantemente se hace eco de esta idea: la resistencia es la respuesta a los estándares sociales; todo arte responde a una cultura, a un contexto histórico, a una posición ideológica y algunas veces se invisibiliza la verdad, por intereses particulares. Así pues, uno de los objetivos clave dentro de esta dinámica es la de obtener una visión amplia de la realidad social dentro de la región latinoamericana.

La resistencia, la creatividad y la diversidad de manifestaciones sociales también juegan un papel importante para quienes se han involucrado a participar de esta bienal. Recientemente se ha cerrado la convocatoria y la lista de participantes es amplia, con artistas guatemaltecos, costarricenses, salvadoreños, nicaragüenses, mexicanos, venezolanos, colombianos y peruanos, quienes durante el mes de octubre expondrán sus obras en el centro histórico de Ciudad de Guatemala, así como en Quetzaltenango y Chichicastenango.

Los colectivos involucrados en la organización de La Bienal en Resistencia son CARTI y Proyecto 44, dos grupos conocidos por su apoyo al artivismo nacional, estos jóvenes promueven y apoyan al arte en todas sus manifestaciones. Desde su perspectiva explican que la exposición busca desestructuralizar el cubo blanco como el espacio de encuentro, más bien se busca situar las obras en el espacio público, para que de este ambiente se extraigan los diálogos en sí mismos.

Se trata de una propuesta arriesgada y profunda, incluso por la falta de antecedentes en estas dinámicas artísticas y curatoriales. La selección fue un proceso complicado, según explica el equipo organizador, por la variedad y cantidad de propuestas que se recibieron de todas partes de América Latina, no obstante, el desafío ha tomado forma a través de una curaduría comunitaria, la cual es una forma de desinstitucionalizar la narrativa de la selección hecha y que permite acercar las obras y los artistas de una manera equitativa y sin privilegios.

Está muy claro que se espera mucho de esta bienal, pues otra de sus características es lo multidisciplinario del evento en sí. A partir de la selección hecha tras la curaduría, han quedado piezas de performance, murales, videos, documentación, talleres, montajes auditivos y visuales, entre otros.

Con tal variedad de expresiones artísticas, más de treinta artistas invitados y distintas motivaciones culturales de resistencia, está claro que en octubre veremos un crisol artístico más que interesante, con la capacidad de interactuar y leer propuestas novedosas y originales de la primera edición de La Bienal en Resistencia.

Escritor, editor, periodista, gestor cultural, investigador archivista, profesor de lenguaje, comunicador y tallerista. Nació en Ciudad de Guatemala en 1992. En 2011 creó su blog "Tulipanes de plástico", donde expone poemas, ensayos y cuentos de su autoría. Formó parte de las antologías «Frente al silencio -Poesía-», «Antología poética 20-30» y «Antología del Bicentenario de Centroamérica». Ha publicado los libros «Poemas de un disquete» (2017) y «Tulipanes de plástico» (2018). En la actualidad, finaliza sus estudios de la Licenciatura en Letras en la USAC; está a cargo de la editorial "Testigo Ediciones"; colabora como columnista y redactor para varios medios digitales; es profesor de enseñanza media de comunicación y lenguaje; además, dirige y trabaja en proyectos de artivismo y memoria histórica.

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