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La Catorce

HOSTILIDAD, SEXO Y CULTURA

No me gustaría que cada semana las personas buscarán mi columna con el interés de darse un baño de pesimismo, tampoco que encontraran un espacio lleno de falacias desdichadas y malogradas, pero sí, que lo hicieran para probar unos tacos de realidad.  Decía Pérez-Reverte, hace algunas semanas en su patente de corso, “me interesa Twitter porque es un territorio hostil transitado por numerosos hijos de puta”.

Supongo que, si lo vemos desde el mismo punto que lo ve él, nosotros también pensaríamos lo mismo y le agregaríamos unas cuantas palabras más que sean propias de nuestra cultura.  En las redes sociales no importa si eres de aquí o de allá, solamente que tengas algo que decir, aunque no sea la verdad, tampoco si estas en lo correcto y menos, si tienes argumentos válidos sobre lo que vas a opinar.  Importa que te indignes y escribas lo que piensas. El resto del trabajo lo harán los usuarios sedientos de pan y circo.

Dividamos a los tuiteros en tres grupos; al primero basta con tocar temas religiosos, políticos o sexuales para encender la llama de la guardianía de la moralidad para que, entonces, muestren su lado B. Por el otro extremo, en el segundo grupo, están los que solamente utilizan las redes sociales para autoflagelarse de placer leyendo a los primeros, y escuetamente, dar un me gusta o retuitear y, en un tercer grupo, están los que solamente quieren vender o venderse. Y no hablo de productos como las hamburguesas, las pizzas o las bebidas, tampoco me refiero al sexo porque creo que está sobrevalorado; me refiero a productos más culturales, educativos, para proveer algo más certero al intelecto personal y que aportar algo positivo a la sociedad.

Enfoquémonos en este tercer grupo y específicamente el que tiene como motivo final compartir un hecho cultural. Considero que realmente las entidades formativas, artistas individuales, colectivos e instituciones, no han comprendido la función vital y el impacto que pueden tener en el correcto uso de las redes sociales para dar a conocer no solo el servicio que ofrecen, sino también el aporte que pueden dejar por medio de, por lo menos, una publicación al estilo “efemérides” para que los incautos, al menos, lo lean hoy una vez, mañana otra vez y así consecutivamente, puedan aprender algo.

Vamos a otro ejemplo y utilicemos el término de “Sociedad ideal” que refiere Platón en La República o John Rawls en su Teoría de la Justicia y creemos nuestra propia sociedad ideal, refiriéndonos específicamente a la cultura.  Las personas entonces, por lo menos una vez al mes, deberían visitar el teatro, eso empujaría al artista a ser más exigente con sus propuestas, finalizaría un libro, con lo cual podría argumentar fehacientemente sobre los acontecimientos pasados o actuales, o irían a una exposición de arte, aunque sea de contemporáneo, para preguntarse ¿esto es arte?

Es importante aclarar, una cosa es ser narcisista, aunque ese mal no lo sufrimos en Guatemala, y otra es aprender a informar, educar, persuadir y vender oportunamente. Así que, considero que Pérez-Reverte tiene razón con su argumento, todos somos unos hijos de puta, ya que no estamos en una sociedad ideal y, ni usted ni yo nos salvaríamos de una hecatombe tuitera; todos tiene derechos de expresar lo que crean oportunamente, porque en una sociedad ideal las personas preparadas son las que tienen el acceso para informar, pero en nuestro caso las que tienen ese acceso, solo les interesa la tendencia de lo chabacano.

Nace el 11 de julio de 1990 en El Cacahuito, Taxisco, Guatemala. Se gradúa de Maestro en Educación Primaria en el 2009. Ingresa en la Universidad San Carlos de Guatemala en donde cursa varias materias del Técnico en Administración Educativa, pero le sedujo la licenciatura en Gerencia de Negocios y Servicios la cual completo con la Maestría en Reingeniería y Tecnologías de Aseguramiento en 2018 y una especialización en Administración Pública.

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