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La Catorce

Libertad o la nueva sinceridad

La literatura estadounidense sufrió una enorme perdida cuando falleció David Foster Wallace. Su temprana muerte, acaecida por sus problemas de depresión y abuso de drogas, significó el final de una carrera corta pero importante en las letras del país del norte.

Además de la publicación de su obra magna Infinite Jest (La broma infinita), Wallace dejó una imprenta importante en los escritores que siguieron al posmodernismo. Su movimiento, New sincerity (nueva sinceridad), buscó cambiar el cínismo que había permeado a las generaciones anteriores, buscando traer un extraño positivismo. Entre los exponentes importantes de esta corriente, se encontró su amigo personal Jonathan Franzen, quien saltó a la fama por su tercera novela Las correcciones. Sin embargo, sería su cuarta novela Libertad, la que traería un importante reconocimiento a este nuevo movimiento.

Resumir Libertad en pocas líneas es difícil. Esta es una novela bastante extensa, pero al mismo tiempo reducida. Centrándose en las experiencias de una familia americana cualquiera, Libertad extrañamente se siente épica.

En esta época de polarización política, Libertad es una lectura bastante importante. La narración de la vida, formación, separación y reunión de la familia Berglund resulta un reflejo de las divisiones que tenemos hoy en día cuando elegimos nuestros lados. Simplificar nuestras ideologías a solo izquierda y derecha parece simple cuando lo hacemos con extraños. Pero con los familiares no es lo mismo.

¿Qué puede hacer un padre feminista y ecologista contra un hijo que se hace republicano? ¿O que hace una madre que se jacta de ser ejemplar y de no ser una hipócrita como sus familiares ultraliberales? Estas preguntas que rodean a la familia Berglund parecen ser sacadas de muchos hogares norteamericanos (e incluso de otros países) actuales. Normalmente, y si nos dedicamos a los gritos y luchas que existen en redes sociales, la respuesta sería de guerra. Franzen dedica más de seiscientas páginas a explorar las separaciones, las unidades y las búsquedas, dejándonos en el proceso un resultado esperanzador pero que no por ello regresa al status quo.

Leer una novela como Libertad implica una mente abierta. Al menos por el lapso que dure la lectura hay que preguntarse si superar esas diferencias es posible. Franzen parece afirmarlo, aunque eso dependerá de cada quien. El resultado de esa decisión creo que significará si esta novela es disfrutada o no.

Me imagino que por ese motivo Franzen se ha declarado enemigo de las redes sociales. Y en cierto modo tiene razón. ¿Acaso podremos ponernos de acuerdo ante esa cacofonía de likes y muros concurridos? Quizás leer libros como Libertad signifiquen un primer paso para hacerlo.

Nos seguimos leyendo.

Henry Vargas Estrada nació el 10 de marzo de 1992 en Puerto Barrios, Izabal. Es licenciado en letras por la Universidad Francisco Marroquín. Ha publicado los libros Todo lo que está bajo el cielo (Testigo ediciones, 2017) y Priscila y el espejo (Tregolam, 2018).

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