La literatura fantástica a lo largo de los años se ha ido desarrollando en paralelo con los diferente géneros.
Todo el tiempo surgen nuevos autores que tratan de “reinventar” larueda en un género que constantemente tiene que luchar con los clichés o con la percepció de ellos. Es una batalla cuesta arriba que rara vez es vencida. Y solo muy pocos pueden decir que han salido victoriosos.
Ahora bien, habría que identificar la raíz de esta situación. Obviamente esto nos lleva directo al padre del género fantástico moderno. Es decir, a J.R.R. Tolkien.
La obra de Tolkien no necesita presentación. El Señor de los Anillos es un libro que ha trascendido fronteras durante los años y que está metido en la conciencia de mucha gente a pesar de que ya ha pasado mucho tiempo desde su publicación.
Su influencia en el género es tal que, aunque existan autores que se niegan a leerlo por muchos motivos, el hecho de que hayan leído a otros que sí lo hayan hecho los incluye indirectamente en la influencia.
Este artículo hablará de ciertos aspectos de la obra de Tolkien, aunque no precisamente de
su obra más famosa.
En lugar de eso, nos centraremos en El Silmarillion. ¿Pero qué es El Silmarillion? En pocas palabras es el libro más importante de la obra tolkeniana. Y no, no es una novela.
Hablar del Silmarillion es complicado. Primeramente porque para eso se tendría que darescribir el propósito de la obra de Tolkien y sus designios. Tolkien no era un escritor
cualquiera, y de hecho nunca se propuso a ser novelista. Esto, como muchas cosas en su vida, vino con el destino.
El pasado de Tolkien se centra mucho en su condición de académico. Antes de publicar
libros, Tolkien trabajó traduciendo y estudiando las obras más importantes de la literatura
germánica y escandinava.
Este pasado inspiró el estilo de sus obras, e indirectamente el de
casi toda la fantasía. El género fantástico moderno nació por la intención de Tolkien de recrear las obras germánicas y adaptarlas a concepción británica. En sí, estaba tratando de crear una nueva mitología. Y el Silmarillion es la base de toda esta concepción.
Luego de la publicación y éxito absoluto del El Hobbit, Tolkien trató de publicar El Silmarillion.
Sin embargo, sus editores lo rechazaron.
Este aparente “fracaso” fue lo que
llevó a la publicación de El Señor de los Anillos.
El éxito de la secuela de El Hobbit trajo la necesidad de más libros de Tolkien para seguir explotando su reciente fama. No obstante, eso nunca llegó. Tolkien murió en 1973, sin publicar nunca una secuela.
En 1977, y de manera póstuma, El Silmarillion vio la luz. Editado por su hijo Christopher Tolkien, la versión publicada de El Silmarillion es una edición reorganizada de la obra
incompleta y ordenada para darle una narración coherente y definitiva. Este libro de fantasía. (porque llamarlo novela sería muy poco correcto) fue una obra que causó mucha confusión, pues la gente esperaba un nuevo Señor de los Anillos. Sin embargo, eso sería
menospreciar el propósito de la obra.
Hablando de El Silmarillion.
Como dije antes, hablar de esta obra es complicado. El Silmarillion es la historia del Arda, el cual es el nombre oficial que tiene el mundo en donde se desarrolla la obra tolkeniana.
Narra los acontecimientos que sucedieron desde la creación del mundo hasta el fin de la segunda edad. La historia de Arda está dividida en edades, centrándose su principio y fin en acontecimientos a gran escala. Estos acontecimientos son muchos de los más grandes que
jamás se hayan descrito en la fantasía.
Está claro que este es uno de los libros más difíciles de describir en todo el género. Su composición, estructura y desarrollo recuerdan más a la Biblia que una novela cualquiera de fantasía. La cantidad de nombres y acontecimientos pueden llegar a ser bastante confusos, pero si estás interesado en lo que se habla es una obra fascinante.
Hablando de mi experiencia personal, El Silmarillion me trajo muchos recuerdos a cuando leí El Señor de los Anillos por primera vez.
La sensación de leer una obra complicada pero digna de ser admirada me hizo sentir de nuevo como aquel niño de quince años que se sumergía en algo que nunca había visto. Esa sensación de verte en algo nuevo es simplemente indescriptible.
Ahora bien, no puedo recomendar este libro a todo el mundo. Decir que es una obra que puedes leer con facilidad sin haber leído nada de Tolkien antes me parecería una falta de respeto. Esto obviamente no le quita que sea una obra brillante, pero sí creo que es necesario haber leído las obras anteriores para entender un poco.
Pero no hay que desanimarse. Para mientras, se puede disfrutar El Hobbit y El Señor de los Anillos. Eso sí, si ya se han leído estas obras con anterioridad, leer El Silmarillion es
indispensable.
Nos leemos pronto.