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La Catorce

«Gobernador de pueblo sin gente»

Este es un dicho de la época del dictador Jorge Ubico, que citaba mucho mi abuelo Ángel Camas, para llamarnos la atención cuando nos entraban ínfulas de mandones.

Sabido es que para que un Estado exista debe tener al menos tres elementos: territorio, población y gobierno; y que la función primordial del Estado sea la persona humana, el desarrollo integral de la familia, y el bien común. De los tres componentes básicos de un Estado, dos están conformados por personas: la población y el gobierno, y dicho esto, de su peso cae que el gobierno solo puede exisitir si hay a quien gobernar.

Mencionamos lo anterior por el aislamiento y la confrontación cada vez mayor con el pueblo que mantiene el presidente Jimmy Morales. De acuerdo con la Constitución Política de la República de Guatemala, una de las 22 atribuciones del Presidente es ser el representante de la unidad nacional, lo que cada vez incumple más, pues de por si la sociedad guatemalteca está dividida desde hace siglos, y muy pocas veces ha actuado en consuno, y Morales en lugar de lograr consensos mínimos para darle una ruta de desarrollo al país y ser el conductor del esfuerzo nacional, acrecienta la división y se deja manejar para beneficiar a un pequeño grupo de personas en detrimento de la gran mayoría, que es la que más necesita de un gobierno eficaz.
A la división social y confrontación generada y exacerbada por Jimmy Morales, se añade falta de coherencia de  acción con la realidad, así las cosas, el pueblo no se siente representado ni unido a la figura presidencial, ni se somete a su conducción. Una evidencia de sus actos fuera de contexto es la megalomanía e ínfulas imperiales cuando mandó a cerrar la vía desde la Casa Presidencial al Congreso a partir de las cinco de la mañana para que pudiera ir a pié acompañado del Vicepresidente, cual si dueño y señor, pero sin gente, y unos pocos peatones atrapados en el cerco le prodigaron los más floridos y repulsivos insultos. La otra gran ocasión de gobernante de pueblo sin gente fue la tarde del 14 de septiembre en la ceremonia de la Izada de la Bandera, ocasión propicia para expresiones solemnes del pueblo y gobierno por la independencia en conjunto, pero no fue así, Morales mandó a cerrar el acceso al público de la Plaza de la Constitución para los actos y solo él y sus sobalevas a sus anchas, en la demostración más augusta de intolerancia e insubordinación al pueblo, en quien radica la soberanía.
Es claro que el pueblo no quiere a los gobernantes por su ineficacia y soberbia, por la corrupción e impunidad que apañan, y ante la incapacidad mental de entender, asimilar y actuar en consecuencia con la realidad. Jimmy Morales, muy a su pesar, rabietas e insultos a los connacionales y comunidad internacional que lo cuestionan, ya pasó a la historia como el peor de los peores en la silla presidencial, a él le queda grande el juicio de la historia, ni ese beneficio puede implorar.
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