Nuestro país es el que peor atiende a los ñiños y niñas en el continente americano, y está entre los más trágicos para atravesar esa etapa que debiera ser de crecimiento sano, aprendizaje, alegría, juegos y felicidad compartida.
La desnutrición infantil crónica, es uno de los aspectos más terribles, se da cuando los niños de cero a cinco años no reciben las calorías, proteínas y micronutrientes suficientes para el crecimiento físico y mental, lo que los condena a no alcanzar la estatura ni peso adecuados, y lo peor, no llegar a la capacidad intelectual para rendir en la escuela, y por ende, no aprender lo necesario de las ciencias y las artes, ni oficios o profesiones que los habiliten para una mejor vida en el futuro.
De acuerdo a las cifras oficiales (que son poco confiables, pero sirven de referencia), el 47 por ciento de los niños padece desnutrición, es decir, uno de cada dos, ¡la mitad de los niños! Y para ser más precisos: las niñas son las más afectadas. Hasta el mismo Presidente Morales ha mencionado cuando informa de sus «logros», que lo que lamenta es no haber mejorado en cuanto a desnutrición infantil del 47 por ciento de niños afectados.
Lo que es evidente es que los programas gubernamentales para disminuir la desnutrición infantil han fracasado por ser utilizados como vehículos de propaganda electoral, clientelismo político, compra de votos, financiamiento electoral ilícito, corrupción y enriquecimiento ilícito. Así las cosas, la sociedad guatemalteca en conjunto, en forma literal, mata de hambre y condena a la ignorancia a sus más y
preciados, vulnerables e indefensos miembros.
Y aún así, nos llenamos la boca al decir que los niños son el futuro de la patria.
