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Tacita de Plata

El judío errante

Cuentan los abuelos de la ciudad, qué en los días finales del mes de marzo de 1902, en los cantones de la ciudad se observó una figura peculiar, un ser extraño y ajeno totalmente a la ciudad.

Según los relatos, era hombre, de estatura alta, complexión robusta, aunque delgada; pelo largo y barbas hasta abajo del pecho. La mirada de aquel ser era algo imposible de explicar pues no era una mirada humana.

Caminó por la ciudad durante varios días, solicitando agua, pero los habitantes de Quetzaltenango le tenían temor y por ende, le negaban el acceso al vital líquido.

Después de casi una semana vagando sin rumbo por la ciudad y durmiendo en las afueras de la urbe, una vendedora del mercado municipal de aquel entonces, le dio un vaso de agua, mismo que el personaje agradeció y se alejó caminando de la ciudad para siempre.

El 18 de abril en horas de la noche, sucedió el terremoto de San Perfecto, movimiento sísmico que derrumbó la ciudad y obligó a los cambios urbanos de principios de siglo XX. Sin embargo los vecinos contaban que aquella catástrofe fue por ayudar al judío errante.

El personaje del “judío errante”, es una figura mitológica que tiene su nacimiento en el momento de la pasión y muerte de Cristo.

Se le ha conocido a lo largo de la historia por diversos nombres: Catafito, Ausero, entre otros. En muchos relatos y leyendas, se menciona que es Malco, el soldado del templo al que Pedro le quito la oreja y que después se burló de Cristo en el momento de su pasión.

Sin embargo la leyenda del judío errante, marca que su presencia en algún lugar es el presagio de un desastre natural o de una calamidad.

Incluso su leyenda ha sido plasmada en el arte por medio de pinturas o en la literatura, en donde una de sus apariciones más recordadas es en la obra de Cien Años de Soledad, del Nobel colombiano García Márquez, en donde Catafito visita Macondo antes del final.

Así pues, la tradición oral altense guarda tesoros e historias que se manifiestan siempre con la proximidad del día de todos los santos y el día de los fieles difuntos. Iniciamos el recorrido por nuestras tradiciones orales, para mantener la memoria viva y recordar con nostalgia, la voz de nuestros abuelos contándonos las memorias de Los Altos.

(1990). Cofundador de Diario de Los Altos. Reconocido dos veces por la Universidad Rafael Landivar con el premio Juan Fernando Cifuentes en prosa y Poesía. Autor Pesadillas de un Espantapájaros (Poesía, 2011); Canto Nocturno (Poesía y Cuento, 2018); Cuentos Embargados (2020, Cuento). Profesor en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco Marroquín.

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