Desde las reformas de 2016 a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) en Guatemala, el voto nulo tiene la capacidad de forzar una repetición de elecciones si supera la mitad de los votos válidos emitidos, según el artículo 203Bis de la LEPP.
En primer lugar, el voto en blanco y el voto nulo son diferentes.
Durante el día de las elecciones, se proporcionan cinco boletas correspondientes a diferentes categorías electorales: 1) binomio presidencial; 2) diputados de lista nacional; 3) diputados distritales; 4) corporaciones municipales; 5) diputados al PARLACEN.
Cada boleta muestra una lista de partidos políticos junto con sus respectivos candidatos. El votante debe marcar claramente la opción de su preferencia, ya sea con una «x», un círculo u otro símbolo que indique de manera inequívoca su intención de voto por un partido político específico. Según la LEPP, se considera voto en blanco cuando no se realiza ninguna marca en la boleta.
Pero, ¿qué es exactamente el voto nulo? El voto nulo se produce cuando la boleta presenta una marca que no expresa claramente una intención de voto, como marcar más de un candidato o incluir un mensaje escrito en la boleta.
Es esencial tener en cuenta que los votos en blanco no tienen efecto en el resultado electoral, mientras que los votos nulos pueden influir en dicho resultado. Esto nos lleva al segundo punto: ¿qué condiciones se requieren para que un voto nulo provoque la repetición de las elecciones?
Aquí, las circunstancias pueden resultar menos evidentes de lo que aparentan a simple vista. En primer lugar, los votos nulos deben constituir más de la mitad de los votos válidamente emitidos. ¿A qué nos referimos con «votos válidamente emitidos»? Estos son la suma de los votos a favor de los distintos candidatos (votos válidos), junto con los votos en blanco y los votos nulos. Veamos un ejemplo para ilustrar esto.
En las elecciones presidenciales y vicepresidenciales de 2019, los votos válidos emitidos a favor de los diferentes binomios presidenciales totalizaron 4,378,271. A esta cifra se sumaron 452,708 votos en blanco y 208,444 votos nulos, lo que resulta en un total de 5,040,423 votos válidamente emitidos.
Para que se dé la mayoría absoluta de los votos válidamente emitidos (es decir, más de la mitad más uno), serían necesarios 2,520,213 votos nulos en 2019. Es importante destacar que hubo más votos en blanco (452,708) que votos nulos (208,444), probablemente debido a que muchas personas desconocen la diferencia entre ambos.
Este hecho resulta especialmente interesante si consideramos que, en elecciones anteriores, los votos nulos solían superar a los votos en blanco. Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de 2011, se registraron 58,202 votos en blanco y 124,934 votos nulos, mientras que en las elecciones de 2015, los votos en blanco fueron 69,705, mientras que los votos nulos ascendieron a 106,102. Personalmente, en su momento, argumenté que fue un error validar el voto nulo en lugar del voto en blanco, tal como se hace en otras jurisdicciones.
