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Tacita de Plata

San Nicolás, un tesoro arquitectónico altense.

Después de la devastación del terremoto de abril de 1902, las autoridades luchando por levantar nuevamente la ciudad, aprueban la expansión de la ciudad hacía el cantón de La Democracia un 6 de junio de 1902.

La parroquia de San Nicolás, los enseres y las pocas imágenes que sobrevivieron a la tragedia telúrica fueron trasladadas a lo que hoy conocemos como barrio “F”. Dichos tesoros quetzaltecos fueron depositados en un oratorio propiedad de las familias Ixcaraguá Mendoza y Pisquí.

En acta del ayuntamiento de la ciudad de Quetzaltenango, se menciona que el 29 de enero de 1909, el párroco de la Iglesia de San Nicolás pregunta si los lotes 3 y 4 de la manzana número uno del cantón La Democracia cuentan con dueño. ¿El fin de la consulta? La construcción de un nuevo templo.

El 19 de febrero, el ayuntamiento altense le responde al párroco de San Nicolás que los lotes que consulta son propiedad particular y ya no propiedad municipal.

El terreno que el entonces párroco de San Nicolás consultaba era propiedad del Señor Lorenzo Aguilar, mismo que lo dona al párroco, según consta el acta del 23 de marzo de 1909.

Después de concretada la donación ante las autoridades correspondientes se procedió al inicio de la construcción estando presentes los padres de las diferentes parroquias de la ciudad altense de aquel entonces, San Nicolás de Tolentino, San Juan de Dios y Espíritu Santo.

El nuevo templo sería construido cerca del quiosco de La Democracia (actual parque a Benito Juárez), el padre Benvenutto Trujillo es el párroco que formalmente da inicio a los trabajos de construcción del nuevo templo.

La nueva parroquia de San Nicolás sería inspirada en la Catedral de Winchester, Inglaterra. La construcción fue un proceso largo y que duró décadas. Ya que se afrontaba la escasez de fondos y posterior a la fundación de la hermandad del Señor Sepultado de San Nicolás en abril de 1922, fue avanzando lentamente la construcción.

La naciente hermandad de varones fue promoviendo actividades de recaudación para levantar el nuevo templo que albergaría su apreciada imagen de Cristo Yacente. Apoyados por el comité de damas de la Virgen de Dolores de San Nicolás, mismas que se encargaban de comedores que instalaban en las ferias locales y festividades del Corpus Cristi.

Según consta en la memoria de labores de los 75 años de la Hermandad del Señor Sepultado de San Nicolás, es hasta la década de 1940 cuando se terminan de concretar los proyectos en torno a la edificación del nuevo templo.

La colonia alemana qué residía en la ciudad altense fue parte importante en la culminación de la nueva iglesia, hasta antes de la expulsión de los alemanes a causa de la Segunda Guerra Mundial.

Doña Lesbia de Fleischmann apoyó la construcción con 30 líos de lámina; Arturo Johanssen con 300 quintales de hierro; Conrado Frank con 500 quintales de cemento; Bruno Harmman con 500 dólares; Pablo Schaffer con Q500 y loshermanos Kiner con Q1 mil.

Gracias a estas donaciones y al trabajo incansable de la junta directiva de la Hermandad del Señor Sepultado de San Nicolás, fue que el Quinto Viernes de cuaresma de 1946, fue bendecido e inaugurado el nuevo templo.

El sacerdote Fernando Recinos fue el párroco encargado de dicho evento, mismo que marcaba el final de un sueño de décadas para la feligresía del barrio de San Nicolás y en ese momento, incluía también a la grey del barrio de La Democracia.

El sueño no concluía ahí. Después de casi ocho décadas de ser una parroquia diocesana, la orden salesiana fue confiada para administrar está parroquia.

El reverendo Juan Palamini y las juntas directivas de la hermandad del Señor Sepultado de San Nicolás iniciaron un nuevo camino en base a tres grandes proyectos para enaltecer aún más la nueva iglesia.

El primero de ellos fueron las famosas campanas de San Nicolás, mismas que son armónicas y traídas de Italia. Fueron bendecidas en la Semana Santa de 1975. El padre Virgilio Maggioni Doria fue el primero en ejecutar el “Ave María”, mismo que emanaba del campanario para deleitar a todos los quetzaltecos.

El segundo proyecto que manejaron para culminar el templo, fue dotar a la iglesia de un Órgano Monumental de estructura tubular. Trabajando de nueva cuenta la hermandad, se logró recaudar el valor de dicho instrumento. El 19 de abril de 1959 Monseñor Luis Manresa y Formosa, bendijo el nuevo órgano, único de su estilo en la provincia de Guatemala.

El órgano fue inaugurado por medio de dos recitales, el primero de ellos a cargo del Padre Maggioni Doria y en la noche siguiente por los músicos Elías Blas y el violinista Andrés Archila.

El tercer proyecto para finalizar la iglesia de San Nicolás fue el decorado, el Padre Palamini tuvo la idea de que fuese pintada la iglesia por maestros italianos, además de que la mayoría de sus detalles fueran en Polvo de Oro.

El trabajo inició en los primeros meses de 1959, actualmente se puede apreciar la belleza de esos trabajos. Desde los querubines pintados en el techo de la nave central, mismos que tienen rostros de recién nacidos de las familias que aportaron colaboración al proyecto.

Se puede observar la belleza de los medallones sobre el altar mayor, mismos que poseen a los cuatro evangelistas en fondo dorado. Así mismo en la entrada de la iglesia, donde se ubicaba la pila bautismal se puede apreciar aún hoy en día la belleza del icono del Espíritu Santo.

Los trabajos de la pintura interior del templo y su decorado fueron bendecidos el 28 de junio de 1959. El color del interior de San Nicolás es una verdadera joya plástica qué guarda la ciudad altense.

En la década de los ochenta fue reemplazado el retablo de madera de cedro del altar mayor, reemplazado por uno de concreto que no era acorde a la arquitectura de la iglesia. Actualmente se encuentra en proceso de construcción un nuevo retablo de madera para el altar mayor.

La iglesia de San Nicolás de Tolentino, es el último edificio de construcción faraónica realizado por los quetzaltecos de las décadas pasadas. Una obra de arte y un sueño que se cumplió en base a trabajo, paciencia, fe y amor.

El epicentro de la fe y la devoción en torno al Señor Sepultado de San Nicolás. Un tesoro arquitectónico que vale la pena valorar y conocer por cada altense. Un orgullo de Los Altos.

(1990). Cofundador de Diario de Los Altos. Reconocido dos veces por la Universidad Rafael Landivar con el premio Juan Fernando Cifuentes en prosa y Poesía. Autor Pesadillas de un Espantapájaros (Poesía, 2011); Canto Nocturno (Poesía y Cuento, 2018); Cuentos Embargados (2020, Cuento). Profesor en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco Marroquín.

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