¿Qué pasaría si un día cualquiera, un grupo de gente desconocida entra a su casa a la fuerza y sin pedir permiso toman sus pertenencias más valiosas, agreden sexualmente y golpean sin piedad a sus familiares, se apropian de su casa dándole a usted el “beneficio” de vivir en la habitación más pequeña, obligado a trabajar para ellos y a pagar una renta, y por si eso fuera poco, le imponen una religión que no conocía? ¿qué haría año con año? ¿lo celebraría?.
Lo que pasó en 1524 fue la implantación del modelo colonial que es la raíz de nuestros grandes y profundos problemas, afirmar categóricamente que hace 500 se fundó la ciudad es hacer una lectura simple y poco crítica de lo que realmente ocurrió. Acá ya existían milenarias sociedades con grandes avances tecnológicos, sociales, científicos y filosóficos, la narrativa oficial ha tratado por todas las formas de hacer creer que lo que sucedió fue un proceso “civilizatorio” a un mundo nuevo sumido en la barbarie que necesitaba ser instruido, así pues, bajo esa excusa el territorio, los cuerpos y el espíritu fueron usurpados y tomados a la fuerza, el terror se instauró y provocó dinámicas sociales que a la fecha existen, aquel primer encuentro fue un momento de tristeza y devastación.
Bajo la sombra del racismo sistémico y estructural el Estado guatemalteco se creó como instrumento de dominación y homogeneización que ha invisibilizado y silenciado cualquier otra expresión y forma de entender la vida, las cosmovisiones de los pueblos originarios de estos lugares se han relegado a creencias exóticas que van en contra de las políticas oficiales relacionadas a la forma de impartir justicia, educación, administración de la tierra y la religión, etc. Por eso, no es para nada extraño el abordaje que desde los espacios oficiales se le ha dado a esta fecha.
Para celebrar, conmemorar o el título que se le quiera colocar, primero hay que reconocer de dónde venimos y que somos el producto de hechos traumáticos y violentos que fundaron una sociedad clasista, machista, racista y desigual. Una sociedad que se originó de la usurpación y eso nos ha definido de forma individual y colectiva.
Revisar la historia sirve para poder darle sentido a lo que somos en el presente, revisar de forma crítica y consciente para poder cuestionar el discurso dominante que no permite ver otras formas de interpretación. Hay que pensar en este territorio como un espacio geográfico milenario en el que el conocimiento ha sido la base de la renovación y resistencia, bases del sentir más profundo de su gente y como fuentes indispensables para el poder político, científico, filosófico y poético que acá se ha desarrollado. Cuerpos sociales: k´iche’ib, ladinos, mestizos, pueblos diversos que están y conviven en este momento lleno de desafíos y con la alta responsabilidad de preservar y hacer memoria, una memoria viva.