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DICTADOR SOCIALISTA MADURO REPRENDE MANIFESTACIONES

La dictadura de Maduro empezó a matar manifestantes y ya hay miles de personas secuestradas por el régimen. Las fuerzas paramilitares del chavismo, con la complicidad de la policía, disparan, golpean y amedrentan a los manifestantes, quienes reclaman por el fin de la dictadura.

Fuerzas revolucionarias y paramilitares chavistas respondieron con violencia a los miles de manifestantes, de todas las edades, que se lanzaron a las calles para protestar contra el fraude masivo en las elecciones presidenciales de Venezuela. Fuentes independientes confirmaron la muerte de al menos 12 personas y 749 detenidos.

Pasada la medianoche en Venezuela, persistían focos de enfrentamientos en distintos puntos del país. El Foro Penal denunció la muerte de Alejandro Graterol, un joven de 18 años, quien fue alcanzado por un balazo en el cuello mientras protestaba en Yaracuy.

Un menor de 15 años en San Francisco, estado Zulia, y otro joven en los alrededores de las manifestaciones en el barrio caraqueño de Antímano, también murieron bajo circunstancias similares. Este último barrio había sido históricamente un bastión de apoyo al chavismo.

La Encuesta Nacional de Hospitales reportó tres muertes adicionales: una en Caracas y dos en Maracay, la capital de Aragua, a dos horas de la capital. En Maracay, los hospitales clamaban por sangre y suministros médicos tras una batalla campal que dejó alrededor de 40 heridos.

José Valero, la primera víctima mortal, fue alcanzado por un proyectil del régimen chavista mientras custodiaba los votos en su pueblo, Patiecitos. Otros jóvenes resultaron heridos de bala en el estado fronterizo de Táchira, donde también está activa la guerrilla colombiana aliada de Maduro.

Las imágenes que mejor capturaron la situación en Venezuela comenzaron en Coro con la destrucción de la primera estatua del ex dictador Hugo Chávez y terminaron con un paseo de la cabeza de uno de los monumentos, atada a una moto como si fuera un trofeo de guerra. Este acto simbólico se repitió hasta en seis ocasiones. Los carteles de propaganda electoral de Maduro también sufrieron daños en gran número.

Amnistía Internacional hizo un llamado urgente a la protección incondicional de los derechos humanos, la libertad de expresión y el derecho a la protesta. La organización instó a que las personas que se manifiestan no sean reprimidas con fuerza excesiva ni enfrenten violencia impune por parte de grupos armados chavistas.

La peor pesadilla se ha desatado para el dictador Nicolás Maduro. Durante años, un mito en Venezuela que aterrorizaba al chavismo era el temor a que los cerros (barrios populares) se levantaran. En 1989, durante el gobierno de Carlos Andrés Pérez, este mito se materializó cuando una subida de la gasolina provocó una sublevación popular con centenares de muertos, marcando el principio del fin del presidente socialdemócrata.

Ayer, el mito comenzó a hacerse realidad nuevamente, cuando jóvenes de Petare, Catia, Valles del Tuy y La Vega salieron a las calles indignados por el robo de su voto y el secuestro de su futuro. Desde las caceroladas matutinas hasta la represión de los colectivos revolucionarios (paramilitares chavistas) en las cercanías del Palacio de Miraflores, la sede de gobierno de Maduro, la «arrechera» (enfado) creció rápidamente. A tiro limpio, los paramilitares ahuyentaron a quienes pedían democracia, bajo la mirada cómplice de los policías bolivarianos.

En Coro, en la zona occidental del país, una estatua de Hugo Chávez cayó de manera similar a la de Sadam Hussein en Irak. Muchos carteles y fotografías gigantes de Maduro también fueron derribados, quemados y pisoteados por la ira popular.

Miles de cacerolas comenzaron a sonar en la mañana, desde el este hasta el oeste de Caracas, desde Petare, la mayor favela de América Latina, hasta Catia, cercana a Miraflores. El cacelorazo, un clásico en la Venezuela contemporánea, impuso el ritmo metálico de la protesta. «Es la expresión de una ciudadanía que se siente ultrajada por una camarilla perversa atrincherada en el poder», resumió César Pérez Vivas, dirigente de la oposición democrática.

La emoción fue tal que los manifestantes se lanzaron a las calles con cacerolas y banderas nacionales para expresar su ira ante el gran fraude electoral. Primero en los barrios populares de Caracas y luego en el interior del país, donde el movimiento de liberación nacional encabezado por María Corina Machado comenzó. Estados como Miranda, Vargas, Aragua, Portuguesa, Carabobo, Falcón, Anzoátegui y Táchira demostraron que no estaban dispuestos a aceptar el resultado del robo electoral.

(1990). Cofundador de Diario de Los Altos. Reconocido dos veces por la Universidad Rafael Landivar con el premio Juan Fernando Cifuentes en prosa y Poesía. Autor Pesadillas de un Espantapájaros (Poesía, 2011); Canto Nocturno (Poesía y Cuento, 2018); Cuentos Embargados (2020, Cuento). Profesor en Ciencias Sociales por la Universidad Francisco Marroquín.

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